Procesos de Aprendizaje
I Ciclo-Diplomado en Teología
Semana del 17 de mayo de 2010 al 22 de mayo de 2010
Estudiante: William Mauricio de Jesús Calderón Chaves
Lectura del curso:
Duncan Alexander Reily (2001). Ministerios Femeninos. En perspectiva histórica (2da ed.). Universidad Bíblica Latinoamericana. Departamento de Publicaciones.
Ministerios Femeninos. En perspectiva histórica
Algunas comunidades cristianas en la actualidad, han permitido que la mujer ejerza funciones ministeriales y pastorales al servicio de la comunidad al igual que los hombres; basados en que es una cuestión puramente cultural que ahora no tiene sentido su restricción. Duncan (2001) recalca para su fundamento no discutir tanto en el ministerio ordenado, el sacerdocio y conceptos afines, sino en primer lugar el servicio que las mujeres desempeñaron en conjunto con los hombres; y por ende, en tiempos de Jesús este servicio o ministerio no sólo podía ser realizado por cualquier seguidor o seguidora de Jesús, sino que todo verdadero discípulo y verdadera discípula debía ejercer ministerios.
Procesos de Aprendizaje
I Ciclo-Diplomado en Teología
Semana del 17 de mayo de 2010 al 22 de mayo de 2010
Estudiante: William Mauricio de Jesús Calderón Chaves
Lectura Adicional:
Arnau-Garcia, Ramón (1995). Orden y Ministerios. Madrid, España: Biblioteca de Autores Cristianos. Don Ramón de la Cruz, 57.
Arnau-Garcia (1995) expone que la mujer no es sujeto de la ordenación ministerial, ni como presbítero ni mucho menos como obispo. Esta determinación de la Iglesia se fundamenta en el derecho divino manifestado en la institución del sacramento del orden y ello no implica ningún tipo de ultraje hacia la mujer. En este tema se hace distinción entre función ministerial y honor personal. Respecto a la funcionalidad del ministerio, se ha indicado en la Declaración Inter insigiones que el sacerdocio ordenado no es conferido como un honor o ventaja para quien lo recibe, sino como un servicio a Dios y a la Iglesia. Juan Pablo II también recordó respecto al grado honorífico dentro de la Iglesia, que los más grandes en el Reino de los cielos no son los ministros, sino los santos. Los ministros son servidores de los santos consagrados a Dios a través del bautismo y con los que se esfuerzan para que adapten su vida a la consagración bautismal. El ministerio no es, por tanto, un honor, sino un servicio.
El único honor cristiano es el de la fidelidad a la gracia y en esto la mujer es exactamente igual que el hombre, y una mujer puede llegar a lugares mucho más altos que los ministros. Se pone de ejemplo, entre muchos otros casos, a Teresa de Jesús; quien en su tiempo hubo muchísimos dignatarios eclesiásticos que desde la funcionalidad de su ministerio tuvieron mayor relieve que la ella, sin embargo a la hora de la verdad es Teresa de Jesús quien brilla desde el honor de su santidad personal y sirve de ejemplo a cuantos ministros aspiran actualmente a seguir el camino que conduce hacia Dios.
Plantear la cuestión del posible sacerdocio de la mujer desde categorías sociológicas equivale a sacar el problema de su propio lugar, que es el Nuevo Testamento y del magisterio de la Iglesia.
En el léxico neotestamentario, el diácono o su variante diaconía, se utiliza en una doble acepción; una amplia para indicar el comportamiento de servicio que deben observar todos los cristianos en la Iglesia; y otra estricta que hace referencia directa a un ministerio instituido.
Respecto al diaconado; se explica que casi todas las funciones atribuidas al diaconado pueden en determinadas circunstancias ser hechas por cualquier cristiano.