CORRIENTES TEOLÓGICAS EN LA MODERNIDAD
¿Y vosotros quién decís que soy yo?
Lc 9, 20
Avendaño
(s.f.) indica que respecto a “la caracterización de las corrientes teológicas contemporáneas, se sigue un esquema que se inspira en la obra de Folke Hölmstrom Das eschatologische Denken der
Gegenwart. Así, las diversas teologías se ubican en tres grandes corrientes, a saber: la historicista (inmanentista), la trascendentalista y la encarnacionista”.
Corriente historicista
l Se originó cuando los estudiosos aplicaron el método de las ciencias naturales a la investigación histórica.
l Esta corriente se caracteriza porque en ella prevaleció el método inductivo, la observación de los hechos, el rigor del control de las hipótesis, el rechazo del dogma.
En el trasfondo de esta posición estaba la división de los cristianos y las conclusiones diferentes a que se llega por medio de la teología.
Las diversas conclusiones, según los nuevos estudiosos del cristianismo, se debía a que las fuentes no se estudian con el rigor de un verdadero método científico y, por ello el cristianismo quedó sometido al estado anímico de los teólogos.
l En el estudio de la historia se debe poner atención al hecho como realidad objetiva, este último es lo que cuenta y domina sobre todo frente a él, las teorías construidas con anterioridad, no sirven.
l La historia es el conocimiento de los hechos; requiere una recopilación atenta y escrupulosa de los datos de lo que ha acontecido.
l La historia no se construye, se descubre y se da a conocer registrando los hechos.
l La primera tarea científica será siempre el estudio del documento, seguido de una purificación o limpieza. Esta purificación o limpieza se logra con el auxilio de otras disciplinas como las ciencias sociales que pueden ayudar a liberar el documento de las incrustaciones y poderlo así presentar tal como es.
l Estos criterios fueron aplicados rigurosamente a la historia de Jesús y a la historia de la salvación en general.
l Evidentemente el científico, que quiere medir todo con el método de las ciencias naturales, debe excluir el carácter significativo o de referencia del hecho y quedarse solo con el hecho.
l La utilización del método científico condujo, a muchos estudiosos, a relegar, como fantasías o concepciones mitológicas de los escritores y de las comunidades generadoras de los documentos, toda noción o alusión a lo que no pueda convertirse en hecho.
l Los representantes de esta corriente ponen el énfasis de lo divino en la historia de la revelación.
l Lo divino solo puede ser acogido por la fe y no por la razón y está totalmente más allá de lo creado, de la historia, de la libertad humana.
l La diferencia absoluta entre lo divino y lo humano, condujo a la contraposición completa entre Dios y mundo, entre eternidad y tiempo, entre fe y razón.
l Desde esta perspectiva no es posible ninguna forma de "encarnación" de lo divino en lo humano. De modo que, la historia de la revelación en cuanto historia, no es sagrada y en cuanto sagrada no es historia.
l Esta corriente se puede considerar como una reacción al espíritu de conquista de un cierto encarnacionismo que daba mucha importancia a la acción (ambiente, fábricas...) con la pérdida de la formación religiosa y de la fe.
l Tiene representantes entre católicos y protestantes, entre ellos Danielou, Bouyer, Süster, Wilf, Thalhäuser.
l La tesis fundamental es que el Reino de Dios es perfecto:
Es el "más allá" respecto a nuestro "acá" histórico.
Jesús trajo el Reino al mundo y al curso de la historia sin eliminar la absoluta diferencia entre los dos.
El Reino toca al mundo pero no se sumerge en él.
La historia del Reino se articula en dos fases fundamentales:
- Una que estaría presente en la tierra, donde el Reino
está escondido.
- Otra escatológica que se manifestará al final de los tiempos.
l El Reino es accesible solamente a través de la Fe:
Como prefigurado en el Antiguo Testamento como presente en el Nuevo Testamento y plenamente realizado en la escatología.
El Reino de Dios es espíritu (pneuma), el mundo creado en cambio es carne (Sarx).
Por esto el cristianismo de trascendencia está polarizado hacia la dimensión trascendente del Reino de Dios.
El cristiano está en el mundo en el sentido empírico pero no en sentido teológico; vive en el mundo separándose en cuanto sea posible efectiva y afectivamente de él.
El cristiano debe imprimir en el mundo el signo de la cruz.
El mundo no tiene valor y está destinado a la perdición y a la destrucción.
El devenir es decadencia y la historia, corrupción.
El cristiano que actúa en el mundo y anuncia el evangelio no puede esperar la conversión del mundo.
l Reacciona al ambiente impregnado del liberalismo, que dividía el mundo entre lo sagrado y lo profano y despojaba a lo temporal de todo lazo de unión con la Iglesia, con Cristo, con el Evangelio, con Dios, con la religión.
l Los protagonistas de esta nueva cristiandad, pretenden unir el universo profano con la religión, Dios, Cristo, la Iglesia.
l Aparecen estudios y escritos que recuerdan la dependencia de los estados frente a Dios, difunden la idea de la consagración religiosa de las familias, desarrollan el tema de la cristianización de los ambientes en que se vive y de las profesiones públicas de fe.
l Se crean organismos con el fin preciso de asegurar la renovación cristiana de la comunidad y de las instituciones. Todos los esfuerzos de los cristianos tienden a la "cristianización" del mundo profano en todas sus dimensiones, a la constitución de una civilización nueva cuyas bases doctrinales sean cristianas.
l El lema es "instaurare omnia in Cristo" (Restaurar todo en Cristo). La fiesta más significativa es la de Cristo Rey.
l El cristianismo de encarnación pretende expresar lo que significa, en el dogma cristiano, la encarnación; los teólogos entienden con esto, que la humanidad de Jesús ha sido asumida por la segunda persona de la Trinidad y que no es una mera yuxtaposición de dos naturalezas. Es una asunción que autoriza decir que Jesús de Nazaret es verdaderamente Dios.
l Se postula que la humanidad y toda la creación, por medio de la encarnación entran en íntimo contacto con la divinidad.
Los cristianos quieren hacer penetrar el cristianismo en todo el mundo y en todo lo creado.
El cristianismo no pretende depositar simplemente lo divino en las sociedades profanas, o hacer descender a Dios simplemente en cualquier lugar "dentro" de una civilización temporal.
EL cristianismo no se propone yuxtaponer lo sagrado y lo profano; su propósito es el de asegurar una especie de asunción de toda la creación humana en Cristo. "Encarnarse" en las comunidades y en las sociedades humanas, es orientarlas desde lo interno, plegar su dinamismo, transformar su estructura y su ordenamiento íntimo: el espíritu y el alma, la atmósfera y la irradiación.
l El cristianismo no está en el mundo sólo empíricamente, sino teológicamente.
l El insertarse en el mundo es cordial y directo.
l El cristianismo difunde y prolonga en el mundo la acción de Cristo: da cumplimiento y consagra al cosmos y sus realidades.
l La cruz no niega la creación; la redención no suprime la encarnación. La encarnación implica asunción de los valores.
l La encarnación es un hecho histórico pero responde a un plan, ya establecido, significa que el cosmos fue hecho en vista de esta asunción y, por tanto, no es solamente el ambiente, el cuadro en que se desarrolla la acción de la salvación, sino es lo que esta por cumplirse.
l Los valores terrestres son válidos por sí mismos y deber ser cultivados. Pero no todos estaban de acuerdo: los que sostenían el integrismo afirmaban que los valores tenían valor solo cuando fuesen transferidos al ámbito cristiano, trasplantados de lo profano al cristianismo.
l Esta tendencia representa un cierto desprecio por los valores terrenos en sí, ya que el valor de estos depende de la asunción.
l En la práctica es una forma mitigada de la corriente trascendentalista, el intento de encuentro entre cristianismo de encarnación y el de trascendencia.
l Según el integrismo, las realidades terrestres sirven para construir la ciudad de Dios.
l La historia humana y todo lo que existe es bueno, pero debe ser conquistado y transferido a la ciudad de Dios y consignado a Cristo Rey, para que adquiera su valor auténtico.
El tema de la realeza apunta a la conquista; es necesario conquistar el mundo para consignarlo a Cristo Rey.
Toda una psicología e iconografía acompañan a los cristianos activos, llamados al asalto de un mundo que rechaza al Señor. Para esta conquista es que es tan importante toda la actividad humana; la técnica, las organizaciones, etc.
l Característica de este espíritu de conquista es el objetivo prefijado: la cristianización de las comunidades humanas, de las instituciones y sobretodo de la civilización. Esto no es posible más que con una acción estudiada, concentrada, organizada y seguida gradualmente.
l El integrismo se presenta bajo la forma de cristianismo organizado, que tiene como mira la constitución de un organismo cristiano.
La cristianización es la acción de un grupo desarrollada en una forma orgánica.
Para que la encarnación sea unida a la historia y a la actividad humana la actividad cristiana debe ser nueva, actual: es necesario adecuarse a los tiempos en la realización de esa conquista.
El cristiano no puede llamarse ciudadano "auténtico" de la tierra: es colonizador por el reino de Dios y por la Iglesia.
La acción cristiana está dirigida a someter todo a la Iglesia, sobretodo las estructuras políticas y económicas.
Referencias Bibliográficas
Avendaño (s.f.). Historia de la teología (Cap. 4).