Reflexiones Generales (Año 2010)

Historia de la Teología

................Concilio Ecuménico................
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Comprensión teológica:

Ortodoxia cristiana y arrianismo

   

            Avendaño (s.f.) indica que uno de los asuntos cristianos que hubo de resolver fue el de la comprensión de Dios. Apenas se estaba consolidando la paz constantiniana cuando comenzó a manifestarse un nuevo problema, que desde el interior de la misma Iglesia va a dividir a los cristianos y a colocarlos en campos contrarios.

 

            Alrededor del año 320 surgió un interés de carácter religioso en las iglesias de Egipto, Siria y Asia Menor. Viajeros y marinos cantaban versos de carácter popular que versaban acerca de la temática concerniente a que solo el Padre era verdadero Dios. La polémica fue aún más encendida por Arrio, un presbítero carismático; quien se preguntaba ¿Cómo puede Jesús ser Dios de la misma manera que el Padre?

 

Arrio no negaba directamente la divinidad de Jesús; sostenía que Cristo era plenamente Dios, pero afirmaba que era una blasfemia pensar que fuese Dios por naturaleza. Alejandro, el obispo de Alejandría y Atanasio quien era su asistente, pronto se dieron cuenta del asunto y se alarmaron. Arrio, excelente propagandista, logró expresar sus ideas por medio de poemas que sus seguidores cantaban acompañados por música. El tema transcendió con tanta fuerza que los laicos participaban con la misma pasión de sus líderes clericales.

 

Los tiempos en Alejandría habían cambiado profundamente comparado con aquella época de Clemente y Orígenes; ya no se pensaba que el dios de Platón pudiese conciliarse con el Dios bíblico. Arrio, Alejandro y Atanasio sostenían una posición que hubiese contrariado a cualquier platinista, al considerar que Dios había creado al mundo de la nada (creatio ex nihilo). Ellos basaban esta enseñanza de varios pasajes bíblicos; entre estos pasajes se encuentra la lectura del Génesis, aunque a decir verdad, el Génesis no hace tal afirmación, el autor sacerdotal dice que Dios creó al mundo de un caos primordial. El concepto de una creación de la nada también era extraño para la mayoría de los griegos, quienes creían que el mundo fue creado por uno o varios dioses a partir de materia preexistente en un estado de caos (creatio ex materia).y no hubiese sido aceptable para teólogos como Clemente y Orígenes.

 

Los cristianos en el siglo IV consideraban que el mundo era algo demasiado frágil e imperfecto, por ende, el mundo estaba separado de Dios. La doctrina de la creación del mundo de la nada pone el énfasis sobre la fragilidad y sobre la dependencia total del universo con respecto a Dios. Con base en esta perspectiva ya no hay afinidad alguna entre lo divino y lo humano; cada individuo es llamado por Dios al ser desde la nada, por lo tanto en cualquier momento Dios puede retirarle la mano.

 

Teológicamente, la forma de interpretar y comprender la realidad está vinculada con la forma en que se comprenda la salvación. Los cristianos estaban convencidos de que Dios los había salvado por medio de la muerte y resurrección de Cristo, librándolos de la extinción, con la esperanza que algún día iban a compartir también la existencia con Dios quien era el "ser y la vida". Cristo los había habilitado para que pudiesen superar el abismo que los separaba de Dios. Esta perspectiva ponía de relieve la pregunta del lugar que entonces ocupaba Cristo entre el mundo divino y lo terreno.

 

La doctrina de la creación de la nada había eliminado la idea de la existencia de un "Pleroma" (lugar de la plenitud) de donde habría emanado la realidad creada. Jesús entonces pertenece al ámbito divino, o bien, al ámbito de la creación. Alejandro y Atanasio lo colocaron en el ámbito divino y Arrio en el orden de la creación.

 

" Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros..." (Juan 1:14)
" Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros..." (Juan 1:14)

Parte de los puntos de vista de Arrio respecto a la naturaleza de Jesús pueden ser los siguientes aspectos.

 

l        Arrio quería destacar la diferencia esencial entre el único Dios y sus criaturas.

 

l        El Logos o el Verbo habría sido el instrumento de Dios para llamar todas las otras criaturas a la existencia

 

l        El Verbo era totalmente diferente de las otras criaturas y estaba dotado de una dignidad mucho mayor.

 

l        Sin embargo, su divinidad no era algo que le perteneciera por esencia o por naturaleza.

 

l        La dignidad que el Logos poseía habría sido un don gratuito concedido por la obediencia y fidelidad.

 

Atanasio tiene una concepción de la realidad mucho menos optimista acerca de la capacidad del ser humano de entrar en comunión con Dios.

 

l        El ser humano sería intrínsecamente frágil, pues ha procedido de la nada y cayó en la nada por el pecado. Solo participando de la divinidad por medio del Logos puede el ser humano evitar su aniquilamiento ya que solo Dios es un ser perfecto.

 

l        Si el Logos estuviese sometido a la fragilidad, no podría salvar a la humanidad de la extinción.

 

l        El Logos se ha hecho carne para darnos la vida.

 

l        Cristo ha descendido a este mundo de muerte y corrupción para darnos una prenda de la impasibilidad e inmortalidad de Dios.

 

l        Nuestra salvación hubiese sido imposible si el Logos mismo hubiese sido una criatura frágil sujeta a la posibilidad de volver a la nada.

 

l        Esto significa que Cristo, el Logos hecho carne debe ser de la misma naturaleza del Padre.

 

l        Según Atanasio, la Palabra se hizo humana para que nosotros podamos llegar a ser divinos.

"Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios (...) engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre ... (Credo niceno, 325)
"Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios (...) engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre ... (Credo niceno, 325)

 

Con el Concilio de Nicea, en el año 325, prevaleció la perspectiva de Atanasio. Sin embargo, los cristianos seguían confundidos respecto a que haya un solo Dios, y a la vez fuera posible que el Logos sea divino.

 

Los teólogos capadocios, en lo que hoy es Turquía oriental, elaboraron una solución que satisfizo a la Iglesia ortodoxa oriental. Basilio, obispo de Cesarea (329-379), su hermano Gregorio, obispo de Nisa (375-395) y su amigo Gregorio Nacianceno (329-391), eran personas que cultivaban la filosofía y la especulación, pero estaban convencidos de que solo la experiencia religiosa era una senda adecuada para captar a Dios.

     

Dentro de la fe, existen contenidos que pueden ser reducidos a datos y aquellos otros contenidos que no pueden ser reducidos a simples datos. La distinción entre "mathein" (aprender) y "pathein" (experimentar), se tornó algo fundamental. Basilio distinguía entre dogma y kerigma. Kerigma (doctrina) era la predicación pública de la Iglesia, dogma es el sentido subyacente y profundo que solo se puede captar en la experiencia religiosa y que solo se puede expresar por medio de símbolos. El cristianismo occidental iría a privilegiar el kerigma, esto es, la doctrina.

 

En la Iglesia Ortodoxa, toda teología que se precie de ser tal, será silenciosa y apofática. Gregorio de Nisa insistía en que todo concepto acerca de Dios es un simulacro, una mera aproximación y siempre una imagen inadecuada. Basilio afirmaba que a Dios solo se le conoce por sus acciones (energeiai). Su esencia siempre nos evade. Los capadocios trataron de desarrollar una noción del Espíritu Santo. Ya San Pablo había hablado del Espíritu como una fuerza renovadora, creadora y santificadora, actividades que solo Dios puede llevar a cabo. Consiguientemente el Espíritu solo podría ser divino y no una mera criatura. Los capadocios usaron una fórmula que Atanasio ya había utilizado en contra de Arrio: Dios posee una sola esencia que es incomprensible y tres expresiones (hypostases) por las que se hace presente.

 

Se desprende que la Trinidad no se debe ser interpretada literalmente. No es en realidad una teoría o producto de un esfuerzo natural. Más bien es una "theoria" en el sentido griego de contemplación o experiencia interior. La Trinidad nos debe hacer conscientes de que la realidad que nosotros llamamos Dios, no puede ser captada por nuestra inteligencia (Avendaño, s.f.).

 

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