MODELOS ECLESIOLÓGICOS,
NOCIÓN DE MISTERIO Y NOCIÓN DE PUEBLO
A. MODELOS ECLESIOLÓGICOS A LO LARGO DE LA HISTORIA
Codina (1990) realiza una delimitación de la historia en tres modelos eclesiológicos, a saber, Eclesiología Tradicional, Eclesiología Moderna y Eclesiología Liberadora. A continuación se construirá una línea temporal con las características sociales y políticas donde se construye cada uno de estos modelos.
a. Eclesiología tradicional
A este tipo de modelo eclesiológico no le han faltado fuertes corrientes de contestación eclesial, desde el monacato hasta la minoría del Vaticano I, pasando por la separación del oriente, los movimientos populares laicales y religiosos medievales, la Reforma, las corrientes conciliaristas y galicanas, etc. Todos ellos reivindicaban una visión más comunitaria y evangélica de la Iglesia.
b. Eclesiología moderna
La contestación a este modelo eclesial ha venido de los grupos conservadores que, o bien se han separado de la Iglesia del Vaticano II (monseñor Lefevbre), o quienes intentan construir una nueva cristiandad (el movimiento de involución pos-conciliar).
c. Eclesiología liberadora
La contestación a esta eclesiología surge de los sectores dominantes de la sociedad, que ven en esta eclesiología infiltración marxista bajo capa religiosa, y también es incomprendida por sectores eclesiales que temen desviaciones teológicas y cismas eclesiales en esta eclesiología. Sin embargo, Codina (1990) es de la opinión que este modelo eclesiológico recoge lo mejor de la tradición profética de toda la historia de la Iglesia y de la eclesiología bíblica y patrística, recuperando incluso elementos que el Vaticano II no pudo llegar a plasmar, según es el criterio de este autor.
B. MODELO ECLESIOLÓGICO GAUDIUM ET SPES SOBRE LA
IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL
El texto Gaudium et Spes se ubica dentro del modelo de eclesiología moderna. Madrigal (s.f.) indica que la forma de entender la Iglesia en los textos de Gaudium et spes es una Iglesia que no se concibe como el cuerpo de clérigos, sino como el pueblo de Dios. Cuando el Concilio emprende, en su última sesión, la redacción definitiva de la Constitución pastoral había declarado ya su pensamiento sobre la Iglesia, como pueblo de Dios, cuerpo de Cristo, templo del Espíritu, pero situando su misterio en el mismo dinamismo que envuelve a la humanidad entera y a la historia, como forma histórica de la alianza de Dios con los hombres, como sacramento universal de salvación, es decir, como germen de unidad de todo el género humano, como la familia de los hijos de Dios.
C. NOCIÓN DE MISTERIO Y NOCIÓN DE PUEBLO
1. Misterio de la Iglesia
Nicodem (s.f.) señala que el primer capítulo de la Lumen Gentium es dedicado a la Iglesia como misterio. Esto significa que la Iglesia es la presencia misericordiosa de Dios en la humanidad, al ser ella la comunidad de creyentes, guiados por el Espíritu Santo. Al definir la Iglesia como mysterium no se quiere indicar algo que no se puede conocer o que sea difícil de comprender, por el contrario, se desea expresar la realidad divina, trascendente y salvífica de la Iglesia. Es un vocablo bíblico apto para designar el origen, la misión y la relación con el Reino de Dios. De este modo, la Iglesia es obra de la Santísima Trinidad; del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; ha sido prefigurada desde el origen del mundo, preparada admirablemente en la historia de Israel, constituida en los últimos tiempos por el Espíritu Santo y cuya misión es la de anunciar el Reino de Dios. Es la presencia del amor de Dios en la humanidad.
La palabra misterio no significa simplemente algo oculto, sino algo que forma parte del plan de Dios, de la revelación de Dios hecha en Cristo. La Iglesia forma parte de la historia de salvación, de la historia trinitaria de Dios con el mundo (Codina, 1990).
2. El Pueblo de Dios
El capítulo segundo de la Lumen Gentium designa a la Iglesia como Pueblo de Dios; con ello se expresa que la Iglesia es una realidad histórica. Existen elementos que son comunes a todos, anteriores a las distinciones de orden carismático, funcional y ministerial. La misión es un derecho y un deber de todos. La variedad de carismas y ministerios están orientados a la vida y misión de la Iglesia; hay unidad en la diversidad. El término “Pueblo de Dios” expresa su identidad; por lo cual no puede ser aplicado a la Iglesia como una comparación, un simple adjetivo. No se puede decir que la Iglesia es semejante a un pueblo de Dios, sino que es el Pueblo de Dios de la nueva y eterna alianza y pone a la Iglesia en la perspectiva de la historia de la salvación. También es una forma de enfatizar el carácter familiar de la Iglesia; donde todos los bautizados participan de la misión sacerdotal, real y profética de Jesucristo.
El concepto de la Iglesia como “Pueblo de Dios” se remonta a la patrística para expresar la relación con Israel (antiguo y nuevo Pueblo de Dios), idea la cual es un dado permanente en la Iglesia, contemplado en las oraciones litúrgicas en diversos períodos históricos (Nicodem, s.f.).
3. Relación entre misterio y Pueblo de Dios
La Constitución dogmática Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, presenta a la Iglesia como misterio de comunión; es decir, “como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”. Esta comunión de la Iglesia tiene a Dios mismo como su fuente, quien se da a conocer como una comunión interpersonal de amor y llama a la salvación a todos los hombres. El plan de salvación de la humanidad tiene su origen en el seno de la Santísima Trinidad y llega a su cumplimiento gracias a la perfecta comunión entre las tres Personas divinas, que hizo posible que el Padre enviase al Hijo y que el Hijo, uniéndose a nosotros a través de la encarnación y reconciliándonos con el Padre mediante el misterio pascual, nos envíe el Espíritu Santo. Los cristianos, unidos a Dios por el bautismo, reciben de Él la vida divina y participan del amor trinitario, a través de Jesucristo en el Espíritu Santo. Esta participación crea la koinonía (comunión) en la Iglesia y la empuja a extenderla a toda la humanidad (Del Río, s.f.). Jesús ha venido a reunir el pueblo de Dios disperso, y Pentecostés es el comienzo de esta nueva creación (Codina, 1990).
Referencias Bibliográficas
Concilio Vaticano II (1965). Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual “Gaudium Spes”: Función de la Iglesia en el mundo actual. (Capítulo IV, pp.168-177).
Concilio Vaticano II (1965). Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium” (Capítulo I y II, pp. 09-26).
Codina, Víctor (1990). Para comprender la Eclesiología desde América Latina. España: Editorial Verbo Divino.
Del Río, Javier (s.f.). Eclesiología de comunión (Medio Electrónico). Visitado el 29 de agosto de 2010 de la Web www.celam.org/documentos_celam/122.doc
Madrigal Terrazas, Santiago (s.f.). Fundamentos doctrinales de la nueva relación Iglesia-mundo. Releyendo Gaudium et Spes (nn. 40-45) (Medio Electrónico). Visitado el 29 de agosto de 2010 de la Web http://leonxiii.upsam.net/seminarios/04_seminario/02_sesion_02_santiago_madrigal.pdf
Nicodem, Edgar Genuino (s.f.). Eclesiología Pueblo de Dios-Comunión (Medio Electrónico). Visitado el 29 de Agosto de 2010 de la Web http://www.relal.org.co/documentos/recursosDocumentos/eclesiologia/la%20Eclesiologia%20del%20Vaticano%20II%20(Hno%20Edgar%20Nicodem).pdf