EL FEMINISMO Y LA
TEOLOGÍA FEMINISTA
Gambra (2010) indica que se entiende por “Feminismo” al movimiento social y político que postula la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Este movimiento comenzó con las sufragistas inglesas del siglo XIX, quienes luego de obtener el derecho a votar continuaron defendiendo su derecho a obtener una educación equiparable a la del hombre y a recibir el mismo salario por el mismo trabajo realizado, metas valiosas que siguen siendo respaldadas hoy en día por la gran mayoría de las mujeres y de muchos hombres. Estas primeras aspiraciones no eran frontalmente contrarias a la fe ni a la moral cristiana; pues tomaban como punto de partida los derechos adjudicados también a los hombres.
Sin embargo, como lo expone O´Leary (2004), “a finales de la década, ese mismo movimiento pasó a manos de un grupo radical que adoptó el análisis marxista de poder y cambio social”. Lamentablemente, las voces de justicia e igualdad de muchas de las mujeres han sido sofocadas por el feminismo radical, que pretende ser el portavoz de todas las mujeres. Mayorga (2006) agrega que:
“en el camino del feminismo se han atravesado otras reivindicaciones (la revolución sexual, el miedo demográfico) que han terminado por desviar el movimiento para la liberación de la mujer de sus verdaderos fines. Por eso (...) el verdadero feminismo tiene todavía muchos objetivos que alcanzar. Son aún frecuentes las situaciones degradantes para la mujer, que han de ser modificadas: violencia —en el ámbito social y en el ámbito doméstico—, discriminación en el acceso a la educación y a la cultura, situaciones de dominación o falta de respeto. El núcleo del verdadero feminismo es, como resulta obvio, la progresiva toma de conciencia de la dignidad de la mujer. Muy distinto es, en cambio, el núcleo de otros feminismos —de ordinario, agresivos—, que lo que pretenden es afirmar que el sexo es antropológicamente y socialmente irrelevante, limitándose su relevancia a lo puramente fisiológico.”
Existen personas quienes adoptan una de dos posturas ante el feminismo, como lo indica Gambra (2010):
Desgraciadamente el término feminista está tan corrompido que todo el mundo lo asocia con esas reivindicaciones antinaturales y contrarias a la moral [rivalidad radical entre los sexos, cancelar las diferencias entre los dos sexos, el absoluto control de la reproducción sexual, el aborto a petición, rechazo a la maternidad, total liberación sexual, legitimación del divorcio, etc.] que terminan necesariamente en el rebajamiento de todo aquello que es característico de la mujer. Es decir, la solución es peor que el problema.
Todos los que no están de acuerdo con exigencias tales como el aborto, rechazan esa postura extrema, pero se contentan con un 'Feminismo' aguado, sin base doctrinal definida. Es ese 'Feminismo' vergonzante, pues ni siquiera admiten la etiqueta de 'Feminismo', que se limita a celebrar el 'Día de la Mujer trabajadora' -el 8 de Marzo- o exigir un porcentaje de candidatas femeninas en las listas de los partidos -lo cual en realidad es denigrante, pues ocupan esos puestos por ser mujeres, no porque sean capaces de desempeñarlo: un recurso propagandístico más - y que contabiliza como éxito importante el lanzar una campaña de carteles con el lema 'A partes iguales'.
Estas dos versiones del 'Feminismo' son incorrectas, aunque en distinto grado, pues la extrema es activa, la intermedia es pasiva.
Es necesario profundizar en un nuevo y verdadero feminismo cristiano orientado sobre todo hacia la valoración de las cualidades características de la mujer, el respeto de los derechos de la mujer es algo fundamental, pero no en un contexto de antagonismo con el hombre, sino más bien en aplicar el principio cristiano de igualdad entre ambos sexos a la sociedad y valorar todo el aporte que la mujer ofrece en el núcleo familiar (como ama de casa, madre, esposa, etc.), en el ámbito profesional y laboral, su aporte de un verdadero apostolado como miembro de la Iglesia, así como en todos los demás ámbitos de su vida personal como mujer (Nace un nuevo feminismo, 2006).
Es a partir de la enseñanza de Cristo que se puede desarrollar por parte de los teólogos y las teólogas, una verdadera teología feminista; donde ambos, tanto hombres como mujeres, sean respetados y reconocidos hechos a imagen y semejanza de Dios; sin que el uno pretenda estar por encima del otro; una teología que se base en un feminismo iluminado por la razón y la revelación (2 Tim 3, 1-9; 2 Tes. 2,15) para ambos alcanzar la dignidad humana, cuyo fin como seres humanos es la santificación y la salvación.
Referencias Bibliográficas
Gambra Mariné, Olalla (2010). "Feminismo" católico. Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/empresarioscatolicos/433/1056/articulo.php?id=12665
O´Leary, Dale (2004). El feminismo radical. Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/733/2284/articulo.php?id=18844
Mayorga, Patricia (2006). El feminismo auténtico. Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/352/791/articulo.php?id=29660
Nace un nuevo feminismo (2006). Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/mujer/460/973/articulo.php?id=29439
Bibliografía
Fundación Guilé (s.f.). ¿Qué tipo de mujer para nuestra sociedad del siglo XXI, feminista o femenina? Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/352/791/articulo.php?id=19835
Peschard, Norma (2004). Nuevo Feminismo. Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/mujer/460/973/articulo.php?id=16284
El Vaticano publica carta sobre el feminismo (2004). Descargado el 12 de noviembre de 2010 de la Web http://es.catholic.net/mujer/460/971/articulo.php?id=18721