TÍTULOS CRISTOLÓGICOS:
LA FE EN JESÚS
I. EL DINAMISMO DEL ACTO DE FE CRISTOLOGICO
1. Después de la resurrección, los discípulos tienen una fe nueva que ha pasado la prueba de la crisis (la cruz) y se ha visto confrontada con la confirmación de parte de Dios (la resurrección).
A. Después de pascua, la fe en Jesús no es sólo una fe renovada, sino una fe nueva.
B. Jesús no es sólo reconocido, sino que llega a ser conocido en plenitud (y siempre en mayor plenitud, Jn 16, 13).
C. Al ser cruz y resurrección realidades que acaecen en diferentes y aun contrarios ámbitos de realidad, el mantenerlas juntas sólo puede hacerse dialécticamente (lo cual ocurrió muy pronto en Rom 4, 25).
D. El que exista un proceso de reflexión cristológica se debe al contenido del objeto que lo fuerza, y no sólo a la admiración (aristotélica) que mueve a conocer.
2. La novedad más radical de Jesús consistirá en la impensada relación que tiene con Dios.
A. «El hecho de que Jesús de Nazaret fue un hombre verdadero es para el Nuevo Testamento algo que se presupone con toda naturalidad». Pero supuso también expresar lo peculiar e irrepetible de esa pertenencia. Para ello se usaron varias fórmulas, y el término que ha quedado consagrado es el de «Hijo de Dios», de tal modo que «la profesión en la filiación divina de Jesús pasa a ser desde entonces lo distintivamente cristiano».
3. No vieron a Jesús como revelación intemporal y abstracta de Dios.
A. Lo vieron en relación con él a través de realidades concretas.
B. El proceso de comprensión de esa relación pudiera quedar formulado del siguiente modo:
(a) Después de la resurrección, Dios (Yahvé) ya no actúa sin Jesús,
(b) Dios ya no puede ser pensado sin Jesús,
(c) Dios no es sin Jesús,
(d) Jesús pertenece a la realidad de Dios.
C. La finalidad de este esfuerzo teórico es el de relacionar a Jesús —no sólo a Dios— con la salvación.
(a) En el Nuevo Testamento no aparece para nada una curiosidad distanciada por saber quién es Jesús, sino un interés comprometido.
D. El interés por conocer quién es Jesús —la pregunta de la cristologia— no es un interés por tener nuevos datos — categoriales— sobre cómo es la realidad de las cosas.
(a) Es un interés por saber qué manifiesta y dice Dios a los seres humanos en ese Jesús de Nazaret.
(b) En saber si eso que manifiesta es bueno para el ser humano.
(c) Es importante relacionar la dimensión objetiva de Cristo como «manifestador» de Dios y la dimensión subjetiva de que en esa manifestación hay «salvación» para el ser humano.
(d) La revelación de Dios para el hombre (religioso) no significa simplemente añadir nuevos datos al conocimiento de la realidad.
(1) delos cuales pudiéramos disponer libremente,
(2) aceptar o rechazar,
(3) sin que nada fundamental ocurriera en la vida real.
(e) Al revelarse, Dios hace una diferencia en nosotros, pasamos (o podemos pasar) a un mayor grado de humanización.
(f) Revelación y salvación son correlativas, y por ello saber qué revela Jesús de Dios es asunto no sólo noético, sino salvífico.
E. Hasta ahora para nada se han usado los términos que después, y hasta el día de hoy, se convertirán en piedra de toque para verificar si ha habido verdadera fe.
(a) Formulado en terminología abstracta, la humanidad y la divinidad de Jesús.
(b) Al comienzo de la fe y de la cristología no se formulaban así las cosas.
(c) Ni la fe ortodoxa dependía de integrar esos términos en las formulaciones.
(d) Después irá explicitando el Nuevo Testamento es que Jesús está íntimamente ligado a la realidad y condición de los seres humanos.
(e) Se reafirmará que en verdad es uno con y para nosotros.
(f) Jesús está íntimamente ligado a Dios, con lo cual su realidad habrá que expresarla de alguna forma como realidad que es de Dios (cf. Jn 20, 28).
F. Al aceptar la especial relación de Jesús con Dios y no ponerle límites se está desarrollando, en germen, la reflexión sobre la novedad radical del mismo Dios.
(a) Al aceptar que lo histórico de Jesús le pertenece a Dios, se iniciará, germinalmente, la reflexión trinitaria, a la cual le pertenecen estos tres momentos fundamentales:
(1) Dios, ahora el Padre de Jesús, sigue siendo el misterio último.
(2) Jesús, ahora el Hijo de Dios, es la expresión histórica del Padre.
(3) El Espíritu, ahora el Espíritu de Dios derramado en la resurrección, es el espíritu de Jesús, la fuerza de Dios interiorizada en el creyente y en la comunidad para hacer real el seguimiento de Jesús.
(b) La novedad teologal que introduce Jesús no es sólo la realidad trinitaria de Dios:
(1) sino también el que ese «nuevo» Dios ofrece un escandaloso trastrueque de la realidad,
(2) lo divino se hace real en lo humano y en lo humano abajado (cf. las palabras de Flp 2, 6-8; Heb 5, 7s., quizás las palabras más escalofriantes desde una perspectiva cristológica).
(3) El relacionar a Dios con lo humano limitado y sufriente ocurrió tempranamente.
II. LA RELACIÓN DE JESÚS CON DIOS A LO LARGO DE SU VIDA
1. Una forma de hacerlo fue la de aplicar a Jesús títulos de dignidad.
2. Otra fue relacionar a Jesús con Dios a lo largo de su vida.
A. Tal como lo hacen los sinópticos.
B. Especialmente como se muestra en el cuarto evangelio (Según San Juan).
3. En qué consiste esa relación con Dios durante la vida y el destino de Jesús varía.
A. Puede comprenderse en forma más funcional.
(a) Participando de alguna manera del señorío de Dios.
B. En forma más personal.
(a) De modo que aparezca la filiación de Jesús con respecto a un Dios Padre.
4. El Nuevo Testamento, sobre todo los sinópticos, está interesado en mostrar con ocasión de qué se manifiesta esa relación para establecer desde cuándo Jesús existe en relación con Dios.
A. Lo cual no es pura curiosidad.
B. Es necesario para comprender el contenido de esa relación.
5. Los sinópticos afirman que ese cuándo tiene una historia.
A. Es decir, que la relación de Jesús con Dios no se descubre de una vez para siempre, sino procesualmente.
B. En su conjunto, no ponen límites a ese proceso de modo que se va ampliando cada vez más el desde cuándo.
(a) A relación de Jesús con Dios llega a abarcar toda la vida de Jesús.
(b) Incluso su preexistencia.
C. Se vuelve a releer la vida de Jesús como una vida toda ella en relación con Dios.
D. Esa relación se presenta cada vez en mayor intimidad, como unión con Dios.
6. Toda la vida de Jesús revela a Dios.
A. El cuándo y el qué de esa relación de Jesús con Dios se desarrolló al analizar la unidad de Jesús con Dios.
(a) Tal como ha quedado plasmado sobre todo en los evangelios.
(b) En un principio esa unidad fue vista desde el destino de Jesús.
(c) A partir de la resurrección se manifiesta la relación de Jesús con Dios:
(1) como el exaltado a la diestra del Padre ya en el presente,
(2) como el que ha de venir en el juicio de Dios para congregar a Israel.
(d) La unidad de Jesús con Dios es descrita de tal manera que ocurre después de la resurrección.
(e) A medida que avanza la reflexión los creyentes la irán retrotrayendo a la vida de Jesús, lo cual es un paso radical para la fe:
(1) pues hará converger transcendencia e historia.
(f) Esa unidad quedará descrita como filiación:
(1) La escena de la transfiguración (Mc 9, 2-8; Mt 17,1-8; Lc 9, 28-36) es narrada de tal manera que la conclusión es «éste es mi Hijo muy amado».
(2) Con la escena de la transfiguración la unidad de Jesús con Dios se establece antes de la resurrección.
(3) El bautismo de Jesús (Mc 1, 9-11; Mt 3, 13-17; Lc 3, 21-22) retrotrae la filiación todavía más en el tiempo, pues la escena es narrada de modo que Dios dice: «tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco».
(4) Las escenas del nacimiento y de la concepción virginal retrotraen esa relación al inicio mismo de la vida terrestre de Jesús: «El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios» (Lc 1, 35), «Dios con nosotros» (Mt 1, 23).
-- De esta forma se va afirmando que desde el principio —y por ello durante toda su vida— Jesús estuvo en relación con Dios.
-- Formular esa relación en términos de «Hijo de Dios» sugiere que esa relación fue personal.
-- La idea de la preexistencia Jn 1,1) expresa que esa relación es transcendente, que va más allá del tiempo, por lo que toca a la historia, y relaciona a Jesús con la realidad personal de Dios, de forma, digamos, metafísica.
(5) Es el comienzo de la reflexión sobre la participación esencial de Jesús en la realidad de Dios, en la divinidad.
(6) Dios ha estado «siempre» en Jesús y, a la inversa, «todo» Jesús transparenta a Dios.
(7) Y es también sorprendente por escandalosa, porque a ese «siempre» le pertenece también la oscuridad y la crisis de Jesús, y sobre todo la cruz.
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