Cristología: Fe de Jesús, Fe cristiana

LOS TÍTULOS CRISTOLÓGICOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

 

 

I.       El análisis de los títulos que los diversos escritos del Nuevo Testamento otorgan a Cristo es otra forma de analizar la diversidad de cristología.

 

1.      Los títulos pueden tener diversos significados según lugares y tiempos.

 

2.      Son títulos de dignidad.

 

II.    Riqueza y peligro de los títulos.

 

1.      A ciertos términos se les llama títulos de dignidad porque expresan algo importante.

 

2.      A veces, exclusivo de una persona (o de un pueblo).

 

3.      Realzan la calidad de las personas a las que se aplican.

 

4.      Los títulos cristológicos operan, así, como modelos teóricos para expresar y hasta cierto punto conceptualizar, desde la fe, la especial realidad de Jesús.

 

5.      Por lo que toca a su origen.

 

A.    La mayoría de los títulos provienen de la teología del Antiguo Testamento.

 

B.    Otros títulos provienen de las religiones circundantes.

 

6.      Por lo que toca a su contenido.

 

A.    Unos títulos expresan más directamente la relación de Jesús con el reino de Dios (Mesías. Hijo del hombre, profeta...);

 

B.    Otros títulos expresan la relación con Dios (Hijo de Dios, palabra...).

 

7.      Por lo que toca al momento de la existencia de Jesús que quieren realzar.

 

A.    Unos títulos explicitan el significado de su existencia terrena (profeta, siervo, sumo sacerdote...).

 

B.    Otros, su significado en el futuro (Mesías. Hijo del hombre, hijo de David...).

 

C.    Otros, su significado a lo largo de la historia (señor, salvador...).

 

D.    Otros, su realidad transcendente (preexistente, Palabra, Hijo de Dios, Dios...).

 

 

8.      El número de títulos que el Nuevo Testamento aplica a Jesús es elevado.

 

A.    Más de treinta según O. Cullmann.

 

B.    La variedad de títulos otorgados a Jesús muestra que los primeros cristianos lo fueron relacionando con la totalidad de la realidad:

 

(a)   con Dios;

(b)   con el reino y con los seres humanos;

(c)   con la historia y con la transcendencia;

(d)   con el presente, con el pasado y con el futuro;

(e)   con la esperanza y con la salvación.

 

C.    Esto significa, por una parte, que no hay ningún título que, por sí mismo y por excelso que sea, puede expresar adecuadamente — agotándola— la realidad de Jesús.

 

(a)   Lo cual es una forma de decir in actu que los creyentes irán viendo en él, poco a poco, un «misterio» inefable, innombrable sólo con un solo nombre.

 

(b)   Significa que irán viendo en Jesús un como exceso de realidad que sólo puede ser abordada asintóticamente desde varias perspectivas.

 

9.      Los títulos ofrecen —asintóticamente— una visión de la totalidad de Jesús y por ello de la(s) cristología(s) del Nuevo Testamento.

 

10.      La riqueza expresada en la variedad de títulos tiene también su propia peligrosidad.

 

A.    Por una parte, hace posible la concentración en un solo título o en títulos de un solo tipo, con ignorancia o menoscabo de los otros, o de jerarquizarlos según el propio interés, en el que actúa la hybris humana.

 

(a)   El uso del título «siervo», por ejemplo, desapareció relativamente pronto en el Nuevo Testamento en cuanto título

 

(-)  aunque los sinópticos recuperasen su realidad al narrar la pasión de Jesús. 

 

B.    Relativamente pronto, y ciertamente en la época patrística, se privilegiaron títulos.

 

(a)   Como los de Señor, Hijo de Dios, Cristo, Palabra.

 

C.    Se relegaron al olvido el del sumo sacerdote (el hermano, el fiel y misericordioso, la víctima histórica...), el del siervo (anonado porque carga con el pecado del mundo, y sin embargo es luz y otorga salvación...).

 

11.      Es mérito de los evangelios, de los sinópticos sobre todo, recuperar realidades fundamentales de Jesús.

 

A.    Como su debilidad y su cruz.

 

B.    Con anterioridad a los sinópticos, para Pablo Jesús es siempre centralmente el Crucificado (1 Cor 1, 23), el siervo (Flp 2, 7s.).


 

III.       Uso correcto e incorrecto de los títulos.

 

1.      Los títulos son modelos teóricos explicativos.

 

A.    Hay que entender bien cómo aplicarlos a Jesús.

 

(a)   Problema sumamente importante, pues de cómo se comprenda esa aplicación dependerá el que los títulos puedan ser útiles cristológicamente o peligrosos y aun nocivos.

 

2.      Es necesario distinguir los diversos momentos en el proceso de aplicar títulos a Jesús.

 

A.    El primer momento (cronológico y lógico) es el de aplicar a Jesús títulos de dignidad cuyo significado ya es conocido, al menos en principio.

 

(a)   Por ejemplo, para mostrar la importancia de Jesús se dice de él que es el Señor.

 

(1)    En un mundo judío en que se dice que el Señor es Dios.

 

(2)    En un mundo greco-romano en que algunas personas son tenidas por kyrioi.

 

(3)    Es ésta una forma importante de expresar el significado de Jesús:

 

(-)   Jesús no es un hombre más, porque es Señor;

 

(-)   y ni siquiera es uno más entre los señores, sino que es el Señor. 

 

(4)    Y así con los demás títulos.

 

(b)   El título es, pues, lo que muestra la importancia de Jesús.

 

(c)   Es el modo de expresar a judíos y gentiles la importancia irrepetible de Jesús.

 

(d)   Pero tiene también el grave peligro de comprender el contenido concreto de un título con independencia de la realidad de Jesús (y, en casos límite, aun en contra de la realidad de Jesús).

 

 

B.    En este segundo momento epistemológicamente se avanza de lo particular-concreto a lo universal-genérico.

 

(a)   De Jesús a los títulos.

 

(b)   Si en el primer momento la realidad de Jesús es comprendida a partir de títulos anteriores a él, ahora los títulos son comprendidos a partir de la realidad de Jesús.

 

(1)    Esta realidad de Jesús es la que explicará el contenido de los títulos, y no a la inversa.

 

(2)    Lo que los títulos signifiquen realmente, ahora ya en cuantos títulos cristológicos, sólo se sabrá desde Jesús.

 

(3)    El Nuevo Testamento no dice «Jesús es el Señor», sino «¿ser Señor?, eso es Jesús», y así sucesivamente".

 

3.      Jesús es quien mejor salvaguarda a Cristo.

 

A.    El seguimiento de Jesús es lo que mejor salvaguarda la identidad cristiana.

 

4.      El Nuevo Testamento indica que con anterioridad a Jesús, no sabemos cabalmente qué es ser señor, aunque necesariamente tengamos un concepto previo de ello.

 

5.      Nuestro concepto previo no sólo no es adecuado, sino que puede ser —e históricamente lo es, con mayor o menor frecuencia—equivocado y aun contrario a como se verifica en Jesús, porque puede expresar exactamente lo contrario de lo que el título significa desde Jesús.

 

6.      En Jesús: ser señor es servir..

 

A.    Programática y escandalosamente afirman Juan y los sinópticos, sobre todo el evangelio antitriunfalista de Marcos.

 

7.      El Nuevo Testamento, cuando aplica títulos a Jesús opera, pues, de dos maneras (lógicas) diferentes.

 

A.    Necesaria para mostrar que hay fe en Jesús ( de los títulos a Jesús).

 

(a)   Consiste en afirmar que Jesús es alguien muy especial

 

(b)   Excepcionalmente relacionado con Dios y con la realización de la voluntad de Dios para los seres humanos.

 

B.    Necesaria para mostrar qué fe se tiene en Jesús (de Jesús a los títulos).

 

(a)   Consiste en decir que ser señor, ser profeta, ser sumo sacerdote, ser Hijo... eso es Jesús. Incluso que ser Dios eso es lo que ha aparecido en Jesús.

 

(b)   Hay que volver, pues, siempre a Jesús de Nazaret.

 

 

8.      Estudiados en esa doble dirección (de los títulos a Jesús y de Jesús a los títulos).

 

A.    Éstos pueden presentar a Jesús como revelación.

 

B.    Son un modo importante de desarrollar la cristología.

 

C.    Los títulos se convierten en conceptualizaciones de la fe, necesarias, por una parte.

 

D.    Se puede superar, por otra parte, una lectura ideologizada de ellos en sentido peyorativo, poniendo los títulos al servicio de nuestro interés.

 

E.     Se puede hacer de ellos instrumentos aptos para la cristología.

 

II.    Los títulos cristológicos en la actualidad.

 

1.      La necesidad de «títulos» cristológicos a lo largo de la historia.

 

A.    En los inicios de la fe no bastó un solo título para describir la realidad de Jesús.

 

(a)   Éstos surgieron en varios lugares.

 

(b)   Proliferaron a lo largo de los años según las necesidades que presentaban la historia y las culturas.

 

B.    El que sólo de los títulos que aparecen en el Nuevo Testamento se diga que son inspirados no significa que no sea legítimo seguir aplicando «títulos» a Jesús a lo largo de la historia.

 

(a)   Aplicarle nuevos títulos significa que vemos en Él y agradecemos en una expresión densa aquello que creemos ser lo mejor de lo humano y de lo divino,

 

(b)   Aquello que da más esperanza,

 

(c)   Espolea más a la práctica de la caridad

 

(d)   Nos hace vivir como agraciados, aquello que tenemos que poner en palabra para ser honrados con nuestra fe en Cristo y con nuestra visión de la realidad.

 

C.    Es necesaria la creación de nuevos «títulos» o nuevos términos

 

(a)   Si hoy y a lo largo de la historia no hubiera creatividad e iniciativas para «nombrar» creativamente a Cristo se podría dudar de que se le comprende adecuadamente, e incluso de que se comprende la razón que llevó al Nuevo Testamento a aplicarle títulos de dignidad.

 

D.    Hay que recordar que también en el presente hay que ser cautos al momento de aplicarle a Jesús nuevos títulos.

 

(a)   Para no caer en el peligro de hacer de Jesús una invención a nuestra imagen y semejanza,

 

(b)   Para no caer en el peligro de hacer de Jesús según nuestro interés.

 

2.      El análisis de los títulos tomados en su conjunto, expresan o al menos introducen en la totalidad de Jesús aquello que se dará en llamar su «humanidad» y su «divinidad», su persona y su función salvífica.

 

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