Exégesis Bíblica

LA ARMONÍA DEL SER HUMANO CON SU SEMEJANTE,

CON LA CREACIÓN Y CON DIOS

 

GÉNESIS 1, 26-28

 

William M.J Calderón Chaves

01 de mayo de 2012

 

 

Problemática Ecológica

 

        La ecología es parte de la biología que estudia las relaciones que existen entre los organismos y el medio en que viven. Deriva del griego "oikós", que significa casa, hogar, patrimonio y de “logos", que significa conocimiento. Se trata de que el hombre cuide su "casa", como estudio de la residencia o casa del hombre. Tiene significado semántico próximo a la economía, encargada del estudio de los bienes económicos, mientras que la ecología estudia una especie de macroeconomía, la relación que existe entre el ser humano con el uso y distribución de toda la naturaleza o medio ambiente.

 

        Aunque el debate ecológico se encuentra de moda, en el pasado existieron voces aisladas que no fueron escuchadas cuando se denunciaban los abusos cometidos contra la naturaleza. En la actualidad estas voces se hacen presentes en inmenso clamor, tanto por la urgencia y pasión con que se plantea la problemática, como por el hecho que el trato a la naturaleza y a los animales se ha convertido en objeto de estudio por la ética. Los avisos no sólo proceden de los científicos más responsables o de las personas más ilustres. El aviso también procede desde las personas que perciben y sufren las consecuencias de la crisis ecológica creada por la Civilización Moderna. Como es usual, quienes viven en la pobreza son los más perjudicados. La preocupación ecológica nace de evitar el deterioro del medio ambiente en el que se desarrolla la misma vida humana.

 

Creer que el problema se resuelve con reorientar las aplicaciones técnicas de la investigación científica, o con cambios en las prioridades del planteamiento económico, sería inexacto. No sólo están involucrados puntos concretos de la relación hombre-naturaleza, sino todo el conjunto de relaciones desarrolladas por el mundo moderno occidental. La visión fundamental que orienta tales relaciones es la que está puesta en cuestión. Elementos sociales, culturales, filosóficos, científicos y religiosos, están también implicados. Entre los problemas ecológicos que amenazan a la humanidad se encuentran:

 

Superpoblación e insuficiencia de alimentos. El problema no está basado en la falta de alimentos, sino en la injusta distribución. Si se distribuyera de manera más equitativa, el alimento que se produce sería suficiente para la alimentación razonable de todos los habitantes del planeta. Sin embargo, aunque se efectuara la distribución más justa y razonable, el futuro continuaría siendo incierto por el creciente desbalance entre el crecimiento demográfico y el de la producción de alimentos.

 

Agotamiento de las reservas naturales. Utilizar las materias primas (renovables y no renovables) sin control, como si fuesen a durar indefinidamente (bosques, agua, viento, pesca, carbón, minerales, metales, gas natural, acuíferos, entre otros).

 

Polución. La contaminación de la Tierra aumenta a un ritmo acelerado. Alcanza día a día niveles muy peligrosos para la salud y para la supervivencia de las especies, incluido el ser humano (aire; extinción de plantas y animales; empobrecimiento del suelo; polución de ríos, lagos, mar, escasez creciente de agua dulce; contaminación urbana por ruido, aire, desechos, condiciones de vida infrahumanas); polución atómica por la radicación; entre otros).

 

Carrera de armamentos. Casi la mitad de los científicos y técnicos del mundo se dedican a la invención, perfeccionamiento y producción de armamentos.

 

Crisis ecológica e injusticia internacional. Referido no sólo a la carrera armamentista, sino también al modelo global de desarrollo de los países ricos industrializados. Un desarrollo que consigue aumentar el abismo que separa a los países ricos de los pobres. Los países ricos consumen con voracidad los recursos naturales del planeta; tanto los recursos propios como los recursos de los países periféricos

 

Avance tecnológico y científico. Visto como progreso, o más bien como retroceso según su aplicación. Ha dado al hombre la posibilidad de dominar la naturaleza de una manera antes insospechada. Pero ese dominio se ha revelado destructivo, depredador, irresponsable y arrogante en un grado aterrador.

 

        Dada la agresión que sufre la naturaleza, reclama la ayuda de la teología y de la ética. La teología está interesada directamente por dos motivos. Primero, por tratarse de un problema grave de la humanidad que el cristiano debe afrontar y colaborar con los demás, en la búsqueda de una solución. Segundo, porque la propia teología cristiana ha sido acusada de ser responsable de tal crisis (total o parcialmente). En el mundo moderno la Iglesia fue criticada por haberse olvidado de la realidad actual (alienación, de huida del mundo, de cerrazón al progreso); porque no favorecía, sino que combatía, a las fuerzas del progreso que estaban (supuestamente) al servicio de la vida y del bienestar de todos.. Ahora es criticada en el mundo post-moderno por ser acusada de haber sido una de las causas de destrucción y devastación de la naturaleza; por haber dado fundamento y alimentar el proceso seguido por la Civilización Industrial. A causa de la teología de la creación (por su dimensión antropológica y, especialmente, con la importancia atribuida al mandato de dominar la Tierra), el cristianismo es hoy acusado de haber originado e impulsado el progreso y la actitud suicida y arrogante para con el medio ambiente (García, 1989).

 

Sometedla, mandad

 

        El pasaje bíblico más citado en el marco del debate sobre la función del ser humano en sus relaciones con la naturaleza está principalmente en Génesis 1, 26-28. En el cual se dice:

 

Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra (Gén. 1, 26).

 

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó (Gén. 1, 27).

 

Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra (Gén. 1, 28).»

 

Plan original del Creador

 

        La armonía del ser humano con su semejante, con la creación y con Dios es el proyecto que el Creador persigue (Gén.. 1, 26). La persona humana recibe una misión de gobierno sobre la creación para hacer brillar todas sus capacidades. Es una delegación que Dios (Rey del universo) le atribuye en los orígenes mismos de la creación, cuando el hombre y la mujer, que son "imagen de Dios" (Gén. 1, 27), reciben la bendición de ser fecundos, multiplicarse, llenar la tierra, someterla y dominarla (cf. Gén. 1, 28).

 

San Gregorio de Nisa, uno de los tres grandes Padres capadocios, comentaba: 

 

"Dios creó al hombre de modo tal que pudiera desempeñar su función de rey de la tierra (...). El hombre fue creado a imagen de Aquel que gobierna el universo. Todo demuestra que, desde el principio, su naturaleza está marcada por la realeza (...). Él es la imagen viva que participa con su dignidad en la perfección del modelo divino" (De hominis opificio, 4:  PG 44, 136).

 

        Este proyecto ha sido y es constantemente alterado por el ser humano, que se inspira en un plan alternativo, representado en el libro mismo del Génesis (cc. 3-11), donde se describe la consolidación de una progresiva tensión conflictiva con Dios, con el semejante e incluso con la naturaleza. El contraste entre los dos proyectos surge claramente en la vocación a la que la humanidad está llamada y en las consecuencias provocadas por la infidelidad a esa llamada (Juan Pablo II, 2001).

 

Aporte de las diversas teologías

 

        Como tentativa de diálogo con el mundo moderno, la teología de la creación ha procurado mostrar que la fe en Dios creador, no sólo no es contraria al progreso científico-tecnológico, sino que es una de las causas que lo hicieron posible en el occidente europeo (Garcia, 1989). El concepto cristiano de creación es fundamental para comprender bien el tema ecológico. El mundo no es eterno, sino que tiene su origen en el amor de Dios, hace conceder a la creación una especial dignidad y un fin determinado como servidor supeditado al hombre. Los cristianos predican a Dios Creador como fundamento de la creación y del ser humano, a su imagen y semejanza. El universo ha sido creado para gloria de Dios y para que sea el hogar del género humano, a quién también lo hace partícipe para que administre con santidad y justicia» (Sab 9, 1. 2-3)

 

        El mundo creado es entregado a la humanidad para que lo cultive y lo cuide. Adquiere un dominio sobre el cosmos, porque se trata de una encomienda que el mismo Dios Creador le confía; pero es para cuidarlo, por consiguiente no es un dominio despótico ni arbitrario a su capricho. Debe disponer de él con respeto y medida, siempre y cuando le sirve a él, y a través suyo a Dios, Señor absoluto de toda la Creación. Dios entrega al ser humano toda la creación para su uso, no para su abuso. Este dominio que Dios, único Señor del mundo, concede al hombre es un dominio relativo, posee límites éticos, porque el hombre no es dueño absoluto, sino administrador responsable de toda la creación.

 

        Dios, en cambio, posee dominio absoluto sobre el cosmos y sobre el hombre mismo. El rey David reconoce este señorío universal: Tuya es, Señor, la grandeza y la majestad, pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra (I Cor. 29, 11). De Dios es la tierra y cuanto hay en ella (Salm 24, 1). Dios preceptúa el cuidado de la naturaleza a su pueblo Israel. Los israelitas no debían considerarse dueños absolutos de la tierra prometida, pues Yahveh es el verdadero propietario y ellos "no pasan de ser extranjeros y huéspedes". El israelita deberá considerarse como un administrador responsable del don de la tierra concedida por Yahveh. Los israelitas, cuando conquisten la tierra prometida, cada siete años deberán dejarla descansar un año completo, permitir el rescate de las propiedades compradas en los últimos cincuenta años, de tal forma que sean devueltas a sus antiguos propietarios y se extendía también al rescate de personas que habían caído en la esclavitud (Lv. 25,5ss). El año sabático, cuando la tierra deberá descansar, tiene como objetivo ofrecer alimento a los animales y a los pobres de Israel (cfr. Ex. 23,10-11). El sábado (séptimo día) es día de descanso también para los animales, con miras a los pobres y a los extranjeros (Ex. 23,10-11). No deberá destruir el arbolado, sino sólo los necesarios, para luchar contra la desertización. Todo el espíritu bíblico demanda el sentido subsidiario de la naturaleza respecto del hombre, como criatura de Dios. El universo es creado por El como casa, hogar, o jardín, en medio del cual los hombres viven y dan gloria a Dios.

 

El sometimiento de la creación al hombre, en palabras del Génesis, supone una relación ordenada entre los hombres y la creación, que exige el ejercicio de las cualidades espirituales de la persona humana en orden a completar la obra creadora de Dios. Sólo, después del pecado, toda la creación se vio sometida a la caducidad y a la muerte, y espera desde entonces ser liberada para entrar en la libertad gloriosa con todos los hijos de Dios (cf. Rm. 8, 20-21).

 

Pero esta participación en el Señorío divino debe interpretarse correctamente, a la luz, del sometimiento de Cristo en el NT: "Todo es vuestro, pero vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (I Cor. 3, 22-23). Cristo es Señor resucitado y ha demostrado su Señorío sobre todo lo creado mediante la obediencia filial al Padre; así nosotros (unidad sustancial de cuerpo y alma) debemos someternos a Cristo, nuestro único Señor. Únicamente así nosotros tendremos un autodominio virtuoso sobre nosotros mismos y a la vez -y este es el tema que nos ocupa- seremos capaces de someterlo todo lo creado mediante el Señorío de Cristo al Padre (Archidiócesis de Toledo, 2003). 

 

        La creación de la naturaleza es juzgada como "buena en gran manera" (Gén. 1, 31) o maldita en otros casos (Gén. 3,18-19). La maldición de la Tierra por acción de Dios, debido a la maldad humana, se refiere a la maldición de Dios a Caín, que se expresa en deterioro del suelo: "Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor; vagabundo y errante serás en la tierra" (Gén. 4, 12). El diluvio universal es el otro episodio que expresa la acción de Dios como respuesta a la corrupción y maldad en el hombre (Gén. 8, 21-22).

 

        Algunos otros textos, como el salmo 148, hablan directamente de la glorificación de Dios realizada por todas las criaturas, y no solamente por el hombre. La propia escolástica reconocía un valor intrínseco a las criaturas, una capacidad de "responder", a su modo, a Dios creador, glorificándolo (Garcia, 1989).

 

        La plenitud final del universo, simbolizada en el "nuevo cielo y la nueva tierra" del trito Isaías (tercer Isaías), llega a su culmen en Jesús, quien aparece vinculado directamente con esa tradición profética (2 P. 3, 13 y Ap. 21, 1.). En Mt. 19, 28 se anuncia una regeneración del cosmos, que se puede entender en sentido universal si se tiene en cuenta a Hch. 3, 21. El desafío se va clarificando por la presencia y vivencia cristiana de los apóstoles que, iluminados por el Espíritu Santo, entienden cómo el señorío del hombre es un reto para toda la creación (Cárdenas, 2008), como se muestra en el siguiente pasaje:

 

Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La Creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción, para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior, anhelando el rescate de nuestro cuerpo (Rom. 8, 19-23).

 

        Entre las tareas más urgentes de la teología de hoy está la de mostrar a los cristianos hasta qué punto son inseparables la salvación de cada persona, la salvación comunitaria-social y la salvación del cosmos entero. La teología, en su giro antropocéntrico, se ha mostrado un tanto unilateral. La humanidad en su historia ocupó realmente el centro de las preocupaciones teológicas, pero prácticamente aislado del contexto vital del cual forma parte junto a los demás seres vivos. En las diversas teologías de la historia (teologías políticas y teologías de la liberación, en general), han de evitarse planteamientos antropológicos unilaterales y desarrollar más ampliamente la relación del hombre con el cosmos. La teología debe estar atenta a la realidad de las relaciones Humanidad-naturaleza. Es un compromiso que debe englobar también la vinculación de la persona y de las sociedades humanas con el medio ambiente. Las teologías políticas deben percibir la doble vertiente (sociedad deshumanizada y destrucción de la naturaleza) de un problema básico de la humanidad actual; el alejamiento del ser humano (dominado por la "voluntad de poder"), de la relación vinculante con el Dios creador-salvador. En las dos actitudes está presente el rechazo a la propuesta de Dios. Las opciones y compromisos políticos merecen prioridad en la situación en la que se vive en los países llamados del Tercer Mundo, no obstante, hay que tener mucho cuidado para que también la relación hombre-medio ambiente se plantee en términos nuevos en la nueva sociedad. Las teologías de la praxis no solamente han de acentuar la prioridad de la transformación de las realidades económicas, sociopolíticas y religiosas, por encima de la mera interpretación de las mismas. Estas teologías deben mostrar mayor atención a la realidad de las relaciones hombre-naturaleza (Garcia, 1989).

 

Contexto cultural de Génesis 1; 26-28

 

        El mandato de Gén. 1-26-28 se comprende en la exégesis contemporánea como la expresión del sociomorfismo, propio de la época pastoril en la que vivían los israelitas. Esto evidencia el precepto administrativo, de manejo y cuidado de la naturaleza, y advierten que dichos pasajes bíblicos no autorizan al ser humano a comportarse antiecológicamente. La sentencia bíblica formula un reto para el mundo actual. No desconoce la dignidad del hombre, pero tampoco es precepto de destrucción. El mandato divino de “dominar” sobre la naturaleza no significa una autorización para expoliar a la naturaleza no humana y aprovecharla de manera egoísta. Los diferentes miembros de la Iglesia: mártires, clérigos, monjes, santos, santas y laicos a lo largo de su vida, han encontrado una fuente inagotable de tesoros y enseñanzas en la naturaleza, que debido a las mismas condiciones culturales, nunca se vio amenazada de manera planetaria (Cárdenas, 2008).

 

        La probabilidad de que la teología de la creación sufriera una ideologización al servicio de los objetivos de la Civilización Industrial hasta el presente, no debe ser descartada precipitadamente. Antes de la época moderna, se puede reconocer la existencia en el mundo cristiano de una tendencia a interpretar Gén. 1,28 en el sentido del dominio arrogante, en nombre del Creador, sobre el mundo de la naturaleza. Sin embargo, se trata simplemente de una tendencia más en la compleja historia del cristianismo.

 

        Indica J. Moltmann, el ser humano pretende asemejarse ("imagen") al Dios Todopoderoso. Cuanto más poder ejerce sobre los otros seres humanos y sobre el mundo de la naturaleza, más divino se tornará el sujeto humano. Topamos aquí con una consecuencia más del subjetivismo moderno. Dios fue percibido como "sujeto absoluto" y el mundo meramente como objeto de su acción creadora y sustentadora. El distanciamiento entre la trascendencia divina (Sujeto) y la inmanencia del mundo (objeto) fue articulado mediante una relación dualista de oposición-exclusión mútua, sirviendo de justificante filosófico-teológico para el distanciamiento entre el ser humano (sujeto) y el cosmos (objeto). Así como Dios Todo-poderoso es Señor absoluto del mundo creado, el ser humano, creado a su imagen, deberá desarrollar cada vez más el dominio y el señorío sobre el cosmos, meramente objetivado.

 

        Aún cuando permanezca la traducción tradicional de Gén. 1,28: "someted la tierra..."; han surgido dudas respecto de esta traducción. Algunos exégetas indican que otra traducción posible sería "tomad posesión de la tierra". Con lo cual, el texto aludiría al derecho de cada pueblo de instalarse en su propio territorio, y el dominio sobre los animales tendría simplemente el sentido de domesticarlos al servicio del hombre. Sea cual fuere la traducción que se deba adoptar, el dominio de la naturaleza desarrollado desde la Civilización Moderna no es resultado de la fe en el Dios creador, más bien sería consecuencia de la ideología del progreso y del subjetivismo antropológico dualista. Génesis 1,28 no debería aducirse como raíz e incentivo de los abusos que la Civilización Occidental ha cometido contra la naturaleza. Por el contrario, la teología de la creación puede ofrecer un fundamento importante para una teología de la naturaleza realmente ecológica. Fundamento necesario, aunque no total, pues una "teología ecológica" necesita también de la reflexión sobre el pecado y la redención (García, 1989).

 

        La Iglesia Católica latinoamericana, reunida en 1979, en Puebla, México, declaraba lo siguiente: "Si no se cambian las tendencias actuales, se seguirán deteriorando las relaciones del hombre con la naturaleza, por la explotación irracional de sus recursos naturales y la contaminación ambiental, con graves daños al hombre y al equilibrio ecológico". En América Latina, como en otros países subdesarrollados, las personas pobres se ven doblemente afectadas por la marginación, el hambre, la miseria, la contaminación del medio ambiente, la explotación abusiva y depredadora de los recursos naturales, los arsenales de armamentos nucleares y convencionales, dependencia de los países desarrollados, entre otros. Problemas derivados de la orientación que el hombre moderno ha dado a la industrialización. Los esfuerzos realizados en diversos países latinoamericanos también predomina una visión tecnócrata (Sistema político que defiende el predominio de los técnicos o de los criterios técnicos en el ejercicio del poder) y mecanicista (donde el hombre domina la naturaleza), visión que pretende seguir fielmente el camino recorrido por los países desarrollados para llegar a la situación de desarrollo; a pesar del impacto que ello conlleva al medio ambiente y al mismo destino del ser humano. La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados. El desarrollo debe ser integral, no solamente económico; sino también social, cultural y religioso. El desarrollo integral incluye una nueva relación con el medio ambiente.

 

Conclusiones

 

1. La crisis ecológica es resultado del modelo de desarrollo de la Civilización Occidental Moderna.

 

2. Las personas pobres son los más perjudicados (sobrepoblación e insuficiencia de alimentos, agotamiento de las reservas naturales, polución, armamento, injusticia internacional, avances tecnológicos y científicos).

 

3. Dada la agresión que sufre la naturaleza, reclama la ayuda de la teología y de la ética

 

4. La teología de la creación ha procurado mostrar que la fe en Dios creador, no sólo no es contraria al progreso científico-tecnológico, sino que es una de las causas que lo hicieron posible en el occidente europeo.

 

5. El cosmos no es eterno, es criatura. El ser humano no es dueño absoluto, sino administrador también del mundo; y está llamado a ejercer este dominio de modo responsable, no arbitrario a su capricho.

 

6. La armonía del ser humano con su semejante, con la creación y con Dios es el proyecto que el Creador persigue (Gén. 1, 26). No es posible tratar de la liberación del ser humano independientemente del cosmos.

 

7. La teología de la creación, no puede ser un estímulo para la actitud que degrada y destruye el medio ambiente. Génesis 1,26-28 no apunta hacia un dominio irresponsable.

 

8. La teología de la creación puede ofrecer un fundamento importante para una teología de la naturaleza realmente ecológica. Fundamento necesario, aunque no total, pues una "teología ecológica" necesita también de la reflexión sobre el pecado y la redención

 

9. La crisis ecológica exige una nueva orientación de la teología del cosmos, pero ello no significa una novedad total respecto de la tradición bíblico-cristiana. 

 

10. En el campo ecológico, la conversión de la persona y el cambio estructural también deben estar mutuamente articulados mediante una relación de inclusión. De la misma manera, la teología política no puede prescindir de la teología del cosmos, y viceversa.

 

11. La problemática ecológica afecta muy duramente a los países de América Latina. En los esfuerzos desarrollistas que se realizan en diversos países latinoamericanos predomina una visión tecnócrata.

 

12. La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados.

 

13. El desarrollo debe ser integral, no solamente económico; sino también sociocultural, filosófico, científico y religioso. El desarrollo integral incluye una nueva relación con el medio ambiente.

 

Referencias bibliográficas

 

Archidiócesis de Toledo, (2003). Ecología ¿objeto de estudio de la ética? Descargado el 27 de abril de 2012 de la Web de Catholic.net:

http://es.catholic.net/sacerdotes/222/579/articulo.php?id=3638

 

Cárdenas, Felipe (2008). Crisis ambiental y cristianismo. Teología y vida. v.49 n.4 Santiago, 771-797 [En línea]. Visitado el 27 de abril de 2012 de la Web http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0049-34492008000300011&script=sci_arttext

 

García Rubio, Alfonso (1989). ¿Dominad la tierra? [Versión Electrónica]. Descargado el 27 de abril de 2012 de la Web www.fespinal.com/espinal/llib/es54.pdf

 

Juan Pablo II (2001). El compromiso por evitar la catástrofe ecológica. Audiencia General. Visitado el 27 de abril de 2012 de la Web http://karol.blogcindario.com/2010/01/00014-el-compromiso-por-evitar-la-catastrofe-ecologica.html


 

 

Bibliográfica

 

Juan Pablo II  (1990). Paz con Dios creador, paz con toda la creación. Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz. Visitado el 28 de abril de 2012 de la página de Catholic.net: http://www.es.catholic.net/sacerdotes/222/298/articulo.php?id=6407

 

La Iglesia y la ecología (1998). Visitado el 28 de abril de 2012 de la Web http://html.rincondelvago.com/la-iglesia-y-la-ecologia.html

 

Mena Oreamuno, Francisco (s.f.). El oficio del exégeta. Texto básico.

 

Tecnocracia (Burocracia) (2012). Visitado el 28 de abril de 2012 de Wikipedia, la enciclopedia libre:  http://es.wikipedia.org/wiki/Tecnocracia_(burocracia)

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