RESUMEN
Lenguaje, diversidad y escucha en la hermenéutica filosófica de H-G Gadamar
De la autora Cecilia Monteagudo
Por William M.J. Calderón Chaves
08 de marzo de 2012
El tema del lenguaje es malinterpretado dentro de la filosofía de Gadamer, por tener una retórica difusa y ambigua en momentos medulares. Se destaca el ‘fenómeno de la comprensión’ desde distintos ángulos, rescatando en todos los casos su carácter de apertura a lo diverso y las posibilidades de escucha que le son inherentes. Gadamer demanda ‘aprender a pensar de forma ecuménica’, como uno de los desafíos más decisivos que debe enfrentar la sociedad contemporánea para evitar su autodestrucción (p. 407). El núcleo central trata desde la lucha contra el objetivismo y metodologismo del paradigma científico moderno, invita a pensar el ‘fenómeno de la comprensión’, haciendo justicia a su historicidad y lingüisticidad esenciales (p. 408). Gadamer se inscribe en una concepción ontológica del lenguaje, entendido fundamentalmente como habla, tanto la experiencia hermenéutica como el lenguaje mismo son entendidos desde el modelo de la conversación (p. 409).
La comprensión ocurre siempre de forma lingüística, no es algo distinto del hablar de la cosa misma y ponerse de acuerdo sobre algo, lo que implica a su vez que el lenguaje es él mismo comprensión e interpretación. Desde el marco de una crítica a la visión apofántica y proposicional del lenguaje predominante en la tradición occidental, Gadamer emprende el desmontaje del enfoque subjetivista e instrumental del lenguaje propio del pensamiento metodológico. El lenguaje no es ni el objeto, ni el sujeto de la experiencia hermenéutica, sino más bien el lugar, el medium donde se conectan y conjugan el hombre y el mundo, donde se da la apertura del ser humano a la verdad y al sentido de las cosas y de los otros (p. 409).
Destaca el carácter intersubjetivo y dialógico del lenguaje, donde el ser humano es un ser dotado de lenguaje y sobre esa base se desarrolla la tesis que el lenguaje sólo existe en la conversación. Es decir, aunque éste pueda ser codificable y encontrar una relativa fijación en el diccionario, la gramática y la literatura, su propia vitalidad y renovación dependen del intercambio dinámico de los interlocutores. El lenguaje es fundamentalmente diálogo, capacidad de buscar la palabra que alcance al otro, capacidad de emigrar al lenguaje del otro (p. 410).
Cuando el entendimiento parece imposible porque se hablan lenguajes distintos, la tarea de la hermenéutica es encontrar el lenguaje común. Este lenguaje común no debe entenderse como algo dado, sino como el lenguaje que juega entre los hablantes y que pueda dar lugar al inicio de un entendimiento (...), no intentamos únicamente el diálogo para entender mejor al otro, sino que nosotros mismos nos hallamos amenazados por la rigidez de nuestros conceptos cuando queremos decir algo y el otro ha de percibir lo que decimos (p. 411).
El “vivir en un lenguaje” tampoco condena a una lengua concreta, como lo prueba el aprendizaje de idiomas extranjeros y el mismo ejemplo singular de la traducción. Las posibilidades más propias del lenguaje radican precisamente en su carácter de apertura y en el hecho que todas las lenguas comparten la misma unidad de pensar y hablar. Pueden hacerse comprensibles entre sí mediante la traducción, aunque ésta sea siempre ya una interpretación en el medio del lenguaje. La traducción es un caso extremo de dificultad hermenéutica, pero tiene la virtud de hacer conscientes de la lingüisticidad como el medio del posible acuerdo, (...) como en una auténtica conversación, es de alcanzar un lenguaje común que haga justicia a las dos lenguas (...), donde inevitablemente se conjugará la fidelidad al texto, la libertad y la parcialidad inherente a toda interpretación (p. 412). En el contexto contemporáneo de la diversidad de las lenguas, el fenómeno de la ‘vida en el lenguaje’ es en último término el fenómeno de la escucha al otro en el horizonte de una conversación a la que no se puede dar término (p. 413).