LAS CONDUCTAS RITUALES
Del autor Jean Maisonneuve
William M.J. Calderón Chaves
03 de noviembre de 2012
A continuación se indica parte del aporte que ofrece Maisonneuve (2005) respecto a los rituales, a la vez que se reflejan importantes elementos y conceptos que ayudan a elaborar una investigación de prácticas religiosas o eclesiales, entre otros campos de análisis.
¿QUÉ ES UN RITUAL? SENTIDO Y PROBLEMÁTICA
Etnología y sociología. Los ritos designan siempre conductas específicas ligadas a situaciones y a reglas precisas, marcadas por la repetición, pero cuyo rol no es evidente. Sean cuales fueren las variedades concretas y las variaciones a través del espacio y el tiempo, la existencia de rituales sociales parece universal.
Nociones adyacentes. Es posible constatar algunas contigüidades y analogías (costumbre/rutinas, código/programa, ceremonia/culto, rito/símbolo).
Costumbre, rutinas. Ciertos usos o segmentos de conducta que representan un carácter rutinario y estereotipado (rituales administrativos o pedagógicos). Sin embargo, vistos con mayor atención, estos procesos recaen sobre un ciclo de operaciones que no se reduce a un programa ni a un hábito. El empleo extensivo del término sigue provisto de un halo de sentido y de símbolo irreductible a la mera utilidad. Terminológicamente, se puede distinguir entre “ritualidad” y “ritualismo”, donde el “ritualismo” se reserva a las formas más esteriotipadas de comportamientos rituales (práctica rutinaria).
Código, programa. Sistema de señales que está destinado a transmitir un mensaje de un emisor a un receptor (por convención previa). Las señales pueden ser de diversa naturaleza (lingüística, gestuales, mecánicas). El código de registro depende al mismo tiempo de la finalidad de la comunicación (informar, inquietar, seducir, etc.) y del contexto (ordinario o coyuntural). Existen varios códigos susceptibles de ritualización (religiosos, mágicos, jurídicos, mundano, la moda puede ser codificada en algunos medios como una suerte ritual).
Los ritos constituyen un sistema codificado específico que permite a grupos y personas establecer una relación con la potencia oculta o un ser
divino, o con sus sustitutos naturales o seculares (ideales). El código puede ser más o menos fácilmente modificado. El rito presenta un carácter casi inmutable, a través de largos períodos y
todo ataque (sea al orden, al contenido de sus secuencias, a su programa minucioso) desnaturaliza su sentido y su alcance. Lo que distingue la costumbre del rito es la referencia a fuerzas
latentes o a valores insignes (sacralidad).
Ceremonia, culto. Términos estrechamente asociados. Algunos autores intentan establecer entre ellos una distinción más nítida. Sea haciendo de la ceremonia una categoría general de la comunicación social cuyo rito sería una forma “mística” que puede tomar un carácter privado (como en la plegaria solidaria). Sea distinguiendo el “ceremonial” y el “ceremonioso” (la etiqueta). Sea reservando el término “culto” a las prácticas específicas que expresan la veneración (hacia un dios, entidad o persona).
Tales distinciones siguen siendo frágiles si pretenden establecer más que una convención nominal. Una ceremonia laica comúnmente presenta un carácter solemne y toma elementos del ritual religioso. La etimología caeremonia que designa el culto, el respeto de lo sagrado. Se podría reservar el término ceremonia para las formas o aspectos de prácticas colectivas fuertemente organizadas (hasta teatralizadas), por lo que toda ceremonia que se refiere a un rito fundador y todo rito que puede entrañar una puesta en escena más o menos ceremonial (como el casamiento o los funerales).
Rito y símbolo. Dotados de una extensión variable (anillo/casamiento, bandera/la patria, cruz/de Cristo, perro/fidelidad, serpiente/perfidia). El arte, la poesía, la religión recurren a símbolos (elemento ausente de la percepción inmediata que está representado, figurado por el objeto simbólico (asegura un lazo con lo invisible y pone en juago lo imaginario). Las prácticas rituales son eminentemente simbólicas al mediatizar por medio de posturas, gestos o palabras una relación con una “entidad” no sólo ausente (como el signo) sino imposible de percibir, inaccesible salvo por medio del símbolo mismo.
Los correlatos del rito: la fe, lo sagrado, el cuerpo. Elementos que están tan estrechamente ligados que los ritos no podrían existir ni funcionar sin ellos. Se trata de un conjunto de creencias que pueden tomar la forma de la adhesión a tal doctrina religiosa o mágica, algún mito del origen, ideales laicos, que implican una actitud mental del orden de la fe.
La fe escapa a toda demostración racional. Se dirige a un ser supremo, fuerzas ocultas o a valores de índole sagrado. Si bien pueden existir ritos sin dios y sin misterio, no podría haber ritos sin fe (como tampoco fe sin rituales).
Lo sagrado se trata de un dominio y de una noción complejos. Etimológicamente se opone a lo profano (designando lo que está separado y circunscripto). Los trabajos etnográficos e históricos revelan la ambigüedad de lo sagrado, situado en los confines de lo puro y lo impuro, del orden y el desorden del respeto y la transgresión. Lo sagrado tiene que ver con la emoción más que con la representación.
Conjunto de conductas corporales (posturas, gestos, danzas, vocalizaciones) sin las cuales esta fe no podría expresarse, encarnarse. Probablemente no exista ningún ritual que no tome al cuerpo como soporte directo o indirecto de su accionar o de su proyecto. Sea como lugar para fijas signos, marcas, practicar en él intervenciones; sea como fuente de energía y de influencia (miradas, contactos, llamados, lamentaciones); sea como tema de la sexualidad (la cultura y sus reglas se articulan a pulsaciones).
Definición. El ritual es un sistema codificado de prácticas bajo ciertas condiciones de lugar y de tiempo, que tienen un sentido vivido y un valor simbólico para sus actores y sus testigos, implicando la puesta en juego del cuerpo y escapa a las implicaciones sacrales.
Rol de los rituales. No es posible limitarse a los aspectos observables de los rituales (repetición, perennidad, variedad cultural y local), es importante deslindar sus funciones y sus significaciones, al clima grupal durante el desarrollo del rito y a la vivencia propia de los actores (sentimientos, representaciones, expresión y la regulación, el enfoque psicosocial). Entre las finalidades explícitas determinadas de los rituales están la protección divina, la fecundidad, la entronización, la buena convivencia, etc. Además, se pueden asignar tres funciones principales:
Control del movimiento y de reaseguro contra la angustia. Expresan y liberan la inquietud humana ante el cuerpo y el mundo, su transformación y su aniquilamiento. Canalizan emociones (odio, miedo, pena, esperanza) en ritos conjuratorio y propiciatorio (ritos de duelo, iniciación o de cuidados corporales). Controlar simbólicamente el espacio y el tiempo con el fin de reducir sus obstáculos o su fluidez.
Mediación con lo divino o con algunas fuerzas y valores ocultos o ideales. Está directamente ligada con la anterior ya que tiende a conciliarse con potencias que no están a nuestro alcance (divinidades, espíritus benéficos o maléficos, ideales aleatores). Lo que no sea técnicamente accesible y controlable, el ser humano recurre a lo simbólico (gestos, signos, objetos figurativos). La referencia a cierta sacralidad subsiste en los rituales laicos y seculares bajo forma de “valores” y de “ideales”.
Comunicación y de regulación. Se da por la certificación y el refuerzo del lazo social. Esta función es menos consciente que las anteriores pero sensible a todo observador. Toda comunidad (amplia o restringida), todo grupo que comparte un sentimiento de identidad colectiva (bien expresado por el uso intensivo del pronombre “nosotros”) siente la necesidad de mantener y reafirmar las creencias y los sentimientos que fundan su unidad. Esta reflexión se obtiene por medio de reuniones, asambleas donde los individuos (próximos unos de otros) reafirman en común sus comunes valores. Es lo que sucede en todas las fiestas religiosas o laicas, en todos los ritos de masas (manifestaciones, grandes juegos, partido, etc.) e incluso en algunos ritos más cotidianos (formas de cortesía, vestimenta, las visitas, entre otros). Aseguran una regulación social y moral, también la satisfacción (consagrada) de los deseos (unión, abundancia, consuelo, perdón, etc.). Resulta absurdo reducir el campo de los rituales al arcaísmo o al folklore y concluir, a partir de la pérdida de significación de algunos ritos, la insignificancia de lo ritual en general.
MODOS DE APROXIMACIÓN A LOS RITUALES
Los métodos de investigación de los rituales dan cabida a diversos procedimientos bastante comunes en las ciencias humanas. En ritología son de origen indirecto; sean documentos históricos (concernientes a un período más o menos antiguo), o documentos recientes (estudios de campo). Estos procedimientos son inevitables (una misma persona o un equipo de investigadores no puede recoger el conjunto de los datos útiles), pero plantean problemas de comparación y de crítica de los materiales (a nivel de obtención, elaboración e interpretación). Desde el punto de vista antropológico, se subraya el interés del método comparativo: Sea para desprender la significación global de la actitud ritual, sea para encontrar las articulaciones pertinentes para establecer una tipología, sea para situar el alcance (local o transcultural) de una interpretación.
El caso más notable se produce cuando se encuentran ritos idénticos en pueblos alejados y en culturas que no tienen entre sí ningún contacto (Por ejemplo, la circuncisión, ritos de desafío, de buena convivencia, o algunas prácticas funerarias). En el marco de las investigaciones de campo, el método fundamental sigue siendo la observación, la cual se puede abordar desde dos formas muy diferentes
Observación más o menos sistemática de los comportamientos. En función de un guía o de una grilla elaborada a partir de un estudio piloto, con grupos o muestras elegidas en la población concernida. Se trata de un enfoque relativamente distanciado donde el observador permanece lo más neutral posible.
Observación participante. Donde el investigador se inserta en el grupo que estudia e interactúa con los actores sociales involucrándose con ellos en situaciones comunes. A pesar que en principio tenga algunas hipótesis o centros de interés, su preocupación primordial consiste en escuchar y aprender de la gente a la que quiere comprender. Este método permite captar aspectos y procesos que un enfoque distanciado desconoce; en especial “el clima microcultural donde se sitúan la ritualidad, tales o cuales prácticas 'secretas' a las que el observador exterior no puede acceder, y también la vivencia misma de los actores tal como puede transparentarse a cierto nivel de intercambio y de interacción confiada”.
EL CAMPO DE LOS RITOS Y SU CLASIFICACIÓN
Las clasificaciones pretenden conservar un carácter de inventario descriptivo y reducirse a un ordenamiento de los objetos, los seres o sus conductas.
Clasificación según Durkheim
Culto negativo. Constituido por un conjunto de tabúes y prohibiciones. Tiene la finalidad de asegurar la separación de lo profano y lo sagrado, evitando todas las mezclas impías o peligrosas; ya que hay que disociar también las prohibiciones religiosas, por cuanto la transgresión (sacrilegio, pecado) conlleva la sanción divina y el reproche de los seres humanos y disociar las prohibiciones mágicas que hacen solamente correr riesgos “prácticos” considerables (desde la desdicha hasta la muerte). Consiste en procesos y en pruebas que condicionan el acceso al culto positivo.
Culto positivo. Establece la relación con lo sagrado. Reviste formas múltiples y se basa en ritos sacrificiales que constituyen al mismo tiempo un acto de renuncia, de ofrenda y de comunión (alimentaria) que unen al dios con sus fieles.
Clasificación según J. Cazeneuve
Tranquilizar contra la angustia y los riesgos vinculados con todo que está más allá de las capacidades del ser humano. Los ritos apuntan a la preservación (tabúes), purificación (borramiento de las manchas) o a la disposición del devenir (ritos de pasaje).
Buscar la potencia mediante contactos con lo sobrenatural a expensas de la seguridad (por ejemplo ritos vinculados con la magia y la brujería que requieren el uso de objetos impuros o repugnantes (osamentas, cadáveres, excrementos), la transgresión de tabúes mayores (homicidio, incesto) o menores (violencia, ebriedad) y sobre todo la intervención de personajes “extraordinarios” por su aspecto, su conducta, su magnetismo personal y su relación privilegiada con potencias ocultas, más a menudo maléficas (diablos, demonios) que benéficas (espíritus tutelares).
Dirigirse a una divinidad trascendente, suprema que permita a la persona participar de su esencia, separar la zona sagrada y la zona profana, y a la vez, regular su vida cotidiana. El objetivo de las religiones es superar una combinación de tabúes, encantamientos y de supersticiones. No por ello dejan de imponer un sistema de ritos negativos (prohibiciones, ayunos, pruebas iniciáticas) y positivos (plegarias, ofrendas, comunión).
Referencia bibliográfica
Maisonneuve, Jean (2005). Capítulo I: ¿Qué es un ritual?: Sentido y problemática. En: Las conductas rituales (pp. 7-20). Editorial: Nueva Visión. Buenos Aires.