CARÁCTERÍSTICAS Y ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE PRÁCTICA RELIGIOSA
William M.J. Calderón Chaves
29 de septiembre de 2012
Las actuales transformaciones no constituyen un proceso exclusivo de secularización que desplaza a lo religioso (también se da revitalización de lo religioso). El factor más importante en la generación de crisis de sentido en la vida de los individuos tal vez no sea el secularismo supuestamente moderno sino el pluralismo moderno. La modernidad entraña un aumento cuantitativo y cualitativo de la pluralización (Berger y Luckmann, 1997; citado por Vega, s.f.). Las transformaciones religiosas se dan en diferentes niveles. Mardones destaca: el institucional, lo sagrado, político, de identidad, los valores y la concepción del tiempo. En cada uno de ellos se observa cómo se expresan las tendencias religiosas actuales.
La religión más allá de la “institución”
Las “creencias” religiosas pueden asumir una dinámica propia y relativamente independiente de las instituciones que las reproducen y sustentan de manera oficial.
Las creencias pueden mantenerse vigorosas mientras las instituciones se debilitan.
La autonomía de las creencias en relación a las instituciones es una clave para entender los múltiples fenómenos religiosos dentro de una perspectiva de la “religión en la modernidad” más amplia”
Las instituciones se ven sometidas a la crítica y son convocadas a la “reconversión”.
Carisma profético como agente innovador (fidelidad a la tradición pero atendiendo a los desafíos de las nuevas realidades históricas concretas).
La institución se repliega sobre sí misma, busca salidas tradicionalistas y conservadoras. Recurre a la disciplina eclesiástica de los agentes religiosos y teólogos críticos o contestatarios. Refuerza sus fundamentos doctrinales bajo comportamiento “canonista” de la institución religiosa (volver sobre las fuentes de su tradición doctrinal como criterio de autoridad). En otros casos, busca alianzas y apoyo estratégico más allá de sus fronteras, (ámbito de lo civil y político para afianzar su legitimidad tradicional).
Mecanismos más conciliatorios (hacer los cambios y ajustes que considera más estratégicos sin poner en peligro las bases institucionales).
La institución eclesial se renueva para atender a los nuevos desafíos de la realidad sociocultural, sin perder sus raíces confesionales y principios que le dan identidad.
Se asiste a cambios profundos en la realidad sociocultural, y la religión se resiste a generar los cambios requeridos, se produce lo que podría denominarse como fenómeno de “desinstitucionalización” de la religión.
Lo religioso busca espacios de expresión, reconocimiento y realización en otros lugares que no son propiamente los de la institución eclesiástica tradicional.
Se consideran grados de mayor o menor institucionalización.
Mayor institucionalición a iglesias como la católica y algunas de confesionalidad protestante (iglesias históricas –metodistas, anglicanas, luteranas-).
Menos institucionalizadas como las iglesias y movimientos pentecostales.
La realidad tiende a mostrar un movimiento más dialéctico: formas religiosas menos institucionalizadas tienden a institucionalizarse y las muy institucionalizadas tienden a desinstitucionalizarse.
Mardones utiliza el concepto de institucionalidad refiriéndolo más propiamente a la organización eclesiástica, es decir la institución católica tradicional.
Existe un proceso acumulativo de prácticas religiosas, pastorales y teológicas que han configurado una organización religiosa (portadora de una tradición e identidad particular).
La institucionalidad (orden organizacional jerárquico y doctrinario) manifiesta síntomas de debilitamiento en mayor o menor grado, según los contextos particulares.
La modernidad se resiste cada vez más a las grandes instituciones que buscan sustentarse y legitimarse con base en un sistema de “valores supraordinales,” de aplicación y obligación universal (Berger y Luckhman, 1997).
La sensibilidad posmoderna, es la no aceptación de sistemas de pensamiento y de organización de la vida social que ejerzan control estricto y extralimitado del individuo y de determinados grupos o movimientos sociales.
Afirma la individualidad -no necesariamente el individualismo- de las personas y colectividades sociales, en cuanto unidades culturales específicas.
Aquellas instituciones que pretendan ejercer control, dominio y disciplina estricta de sus adherentes, choca con el espíritu de esta nueva sensibilidad cultural.
Fenómeno de dignificación de la diversidad cultural, que exige reconocimiento y respeto de todas sus manifestaciones religiosas (el diálogo interreligioso se convierte en una exigencia fundamental de nuestro tiempo).
Por nuevos caminos hacia lo sagrado
Diversificación y mutación religiosa. Se manifiesta en viejas y nuevas formas de lo sagrado y del Misterio.
“Desinstitucionalización” y nuevas formas de “institucionalización” de prácticas religiosas.
Dimensión sagrada más perceptible en ciertas manifestaciones de la vida social, vinculadas a luchas de dimensiones globales (defensa del ambiente y los ecosistemas, la lucha contra la violencia y la defensa de los derechos humanos).
Redimensionar lo que tradicionalmente se concibe como prácticas religiosas.
Nuevos escenarios, lo que constituye el aspecto central por donde pasa lo sagrado en la práctica cristiana: el ser humano (especialmente las víctimas de alguna injusticia).
Tendencias de “sacralidad secular”, asumen una connotación menos ideológico-política y más bien de carácter humanista, de solidaridad y caridad social.
El fenómeno que Mardones denomina como “maravillosismo milagrero” de lo sagrado.
En la Iglesia Católica se expresa revitalización de las devociones marianas (conjunto de expresiones de religiosidad popular que giran alrededor de las apariciones y los santuarios de la Virgen María).
Movimiento pentecostal, en sus diferentes variantes (que en el catolicismo, con otros rasgos, se expresa en el movimiento “carismático”).
Según Pablo Barrera (2001:234), “religiones pentecostales”. Incluye a todas aquellas que “descaracterizaron” los hechos fundadores cristianos (doctrinas en torno a Jesucristo) y le otorgan centralidad a Pentecostés (constituido en nueva referencia fundadora).
La religión y la nueva ciudadanía política
Relaciones entre religión y política experimentan cambios importantes (sociedad global, con predominio del mercado con características de “gobierno económico”). Otros factores que han incidido son:
a) Hegemonía ideológica capitalista (el neoliberalismo como ideología económica y cultural dominante).
b) Redefinición de formas de organización y expresión ciudadana (nuevos movimientos sociales: ecologistas, mujeres, indígenas, etc.).
c) Crisis de gobernabilidad y de partidos políticos tradicionales. “Desencanto” con la política (abstencionismo en los procesos electorales, nuevas fuerzas políticas, movimientos y partidos) como parte de una especie de despertar ciudadano que manifiesta la aspiración por ampliar los espacios de participación.
La política toma distancia de las formas tradicionales de legitimación religiosa.
Dejar atrás el viejo modelo de cristiandad o neocristiandad (alianzas entre ambos campos para buscar legitimidad recíproca).
Recuperar el espíritu laico (de ahí la afinidad con una ética cívica) que caracteriza a la modernidad.
La religión deja de jugar un papel central y dominante en la vida social y en todos los ámbitos de esta. Ello podría conducir a nuevas tendencias religiosas.
La religión ¿rescatando valores?
Para algunos la crisis de valores se convierte en amenaza y peligro para la estabilidad social y psíquica del ser humano contemporáneo. Para otros, es más bien oportunidad y un horizonte que se abre para construir y reconstruir sobre mejores cimientos la vida en sociedad.
Tradicionalistas. Insistirán en la necesidad de recuperar y rescatar valores, volver al pasado donde se encuentran las fuentes más genuinas y óptimas para darle sentido y proyección al presente.
Neoconservadores. Optan por volver a los valores tradicionales (disciplina, obediencia, etc.) pero utilizando y proyectando la sociedad sobre los nuevos avances tecnológicos, en el marco del capitalismo liberal (funcionalización de valores del pasado para reforzar armónicamente un sistema económico y político de corte liberal capitalista).
Otros insisten en construir nuevos valores, relativizar los existentes sometiéndolos a juicio crítico y a la prueba de su vigencia de cara a las transformaciones socioculturales profundas.
Tendencias que se ubican entre quienes buscan una mayor conciliación entre tradición e innovación
Y quienes consideran la necesidad de superar desplazando o sustituyendo valores que ya no cumplen un papel significativo y relevante para las nuevas condiciones.
La religión es un campo forjador de valores que apuntan a los desafíos últimos o trascendentes y también buscan afectar los comportamientos cotidianos y habituales.
Concepción del tiempo y la religión
El tiempo es una variable socio-cultural (construcción cultural). No se puede hablar del tiempo como si fuese una variable independiente.
Tiempo socialmente determinado.
Se utiliza para ubicarse como personas históricas, insertas en un proceso que conduce de la vida a la muerte.
Según el tipo de construcción -y la correspondiente concepción- del tiempo, así se percibe como seres más o menos “finitos” o “limitados” o más o menos “eternos” e “ilimitados”.
Por ejemplo, existen diferencias importantes entre una concepción teleológica o lineal judeocristiana del tiempo (tiene un principio y un final) y una concepción animista y de religiosidad indoamericana (cíclica). Sin embargo, en ambas el tiempo humano se “eterniza”, sea en un futuro “plenificador” (Reino o cielo nuevo y tierra nueva) o en el “eterno retorno” que vitaliza (la muerte genera la vida, como la semilla que al morir produce fruto). Y, como se percibe de la lectura de los evangelios, ambas están presentes como parte de una cosmovisión propia de sociedades agrarias.
El tiempo tiene dimensión cualitativa, que lo hace portador de significados religiosos, sociales y culturales (festividades o grandes acontecimientos vividos por la experiencia particular de un pueblo).
Se asiste a una “secularización” del tiempo cristiano, que no significa que se haya perdido esa significación cualitativa de tipo religioso, sino que se ha transferido en alguna manera a otros acontecimientos que revisten igual o mayor importancia o significación.
Una lectura detenida del uso de la categoría de tiempo es una vía de acceso para caracterizar y comprender una determinada tendencia o movimiento religioso.
Religión, Modernidad y Posmodernidad
Se asocia por lo general a las conquistas ideológico-filosóficas y científico-técnicas de las revoluciones Francesa (1789) e Industrial (1750). Y como parte de las mismas, a la afirmación del poder de la razón.
Los pensadores del iluminismo del siglo XVIII concebían que la verdad solo se podía fundamentar en la razón y la observación (no en la revelación, la tradición o la autoridad).
Se caracterizaran por someter al análisis crítico a las instituciones políticas, religiosas y morales.
Se insistirá en la libertad y autonomía del individuo.
La aplicación del método científico para comprender y proyectar la vida social, en dirección al progreso.
Los anhelos de libertad y progreso humano encontraron obstáculos importantes, debido al carácter mismo que fue asumiendo la sociedad industrial moderna (organización burocrática, contradicciones y desigualdades sociales generadas por dicho sistema.
Artadi (1990:5; citado por Vega, s.f.), señala que el mundo moderno es hijo de la razón y la libertad; pero la razón se convirtió en racionalidad instrumental y la libertad en libertad individual.
Cimientos ideológicos de una sociedad materialista, mercantilista; centrada en el criterio de la ganancia y la máxima rentabilidad; consumista, que todo los subordina al tener; y portadora de un individualismo exacerbado que legitimará como natural la iniciativa privada por encima del bien común.
Desplazamiento del papel central que ocupaba lo religioso en la vida social. No significa necesariamente una pérdida de función social de lo religioso en las sociedades modernas.
Lo religioso asume perfiles diferentes y funciones igualmente distintas a las que cumplía en sociedades pre modernas (pierde influencia social al desprenderse de sus formas mágicas y al adoptar nuevas formas que tienen que ver con la institucionalización y con el lugar prioritario a que se asignan al individuo y a la interioridad).
Las instituciones dejan de ser vista como definitivas (se exige que sean ratificadas por las prácticas cotidianas).
Las prácticas sociales y religiosas se formalizan de muy diversas maneras, en distintos tiempos y lugares, porque ya no existe un espacio común para ningún grupo importante ni para ningún conjunto de prácticas. Tampoco actores que se adjudiquen un poder de representación exclusiva (Wagner, 1997: 299, 320-321, citado por Vega, s.f.).
Mardones recoge algunos rasgos de la religión en el contexto de la modernidad y posmodernidad: más personal y experiencial, menos institucionalista, más ecléctica y difusa, apela más a lo simbólico-estético que a la argumentación racionalista, menos doctrinaria, etc.
La Dinámica del Campo Religioso
Las transformaciones en las prácticas y formas religiosas obedecen tanto a la dinámica misma del campo religioso como al contexto sociocultural del cual es parte.
El concepto de campo hace referencia a un espacio donde juegan relaciones de fuerza de atracción y repulsión a la manera de un “campo magnético”.
El campo religioso ha de ser percibido a partir de las relaciones entre los diferentes actores al interior mismo del campo -jerarquía, especialistas, religiosos, laicos, etc- y sus correspondientes “habitus” (posición y comportamiento socialmente estructurado y estructurante).
Obedecen a la forma en que estos actores se relacionan entre sí, especialmente en dirección a apropiarse del capital simbólico religioso.
La dinámica misma del campo religioso y las transformaciones en la ideología religiosa están definidas por el tipo de relaciones y transacciones que se establecen entre los especialistas y los laicos, así como aquellas que enfrentan a los diferentes especialistas al interior del campo religioso (Bourdieu, 1982:50; citado por Vega, s.f.).
Las transformaciones obedecen a las relaciones que se dan entre el campo religioso y otros campos como el político, social, cultural, etc. (el campo religioso al igual que los otros se comporta como una estructura de poder).
En defensa de sus propios intereses como campo entra en relaciones de cooperación o confrontación con otros campos.
Para dar cuenta de las transformaciones religiosas se tiene que incursionar en el estudio mismo de la dinámica interna del campo religioso, así como en la influencia que ejercen otros campos.
Cuando sólo se percibe el cambio religioso en función de factores externos al mismo, como podrían ser los intereses particulares del campo político, se puede caer en una visión reducida o simplista.
La teoría del campo religioso ha sido aplicada en algunos estudios sociorreligiosos en la región Centroamericana.
Paradigma sociolaboral y axiología religiosa
La religión se sitúa en la cumbre de valor del ser humano. El valor incondicional, la fuerza y carácter absoluto de lo sagrado, procede, a su vez, de aquello que es un valor absoluto y determinante de cada forma de vida (permite al ser humano vivir y sobrevivir, no morir).
Lo sagrado cambia de lugar y de referentes simbólicos, pero siempre acompañará y coincidirá con aquello que es lo más incondicional y absoluto de un grupo.
Se transforma y cambia de espacios o lugares con el cambio que se da en la forma de vida del grupo.
Según el modelo de Mariano Corbí, citado por Vega (s.f.), hay cinco tipos de modelos de sociedades, en donde a la par de su forma sociolaboral particular se da un patrón axiológico dominante, que asume una dimensión religiosa.
1. Cazadores y recolectores: La muerte que conduce a la vida, o la muerte que se transforma en vida, guía y fundamenta la cultura de los pueblos (el animal matado es fuente de vida).
a. Se vincula al sacrificio de animales, ancestros muertos como garantes de la vida, la creencia asume dimensión cíclica y cerrada (eterno retorno: muerte-vida-muerte…), la experiencia religiosa significa aceptar y someterse a ese principio fundador (creer en él).
2. Agrarias (el cultivo): El patrón de la muerte que genera la vida, de abajo brota la vida, todo lo que da vida pasa por la muerte.
a. Compleja organización social para la producción y reproducción de la vida en general, carácter imperial, autoridad centralizada y absoluta, la vida es posible por el sometimiento a la autoridad rectora y organizadora (garantiza el orden), patrón de mandato-obediencia (autoritario y jerarquizado).
b. Dios es el Señor supremo (sus palabras son verdades reveladas que hay que obedecer incondicionalmente), verdades religiosas que hay que aceptar en calidad de revelación o doctrina. Acá se mueve el inicio del cristianismo.
3. Artesanales (Emisión-recepción): Uso del instrumento artesanal, que depende únicamente del “saber hacer” del artesano.
a. El universo supone existencia de un artesano Supremo (moldea, forma y ordena el caos).
b. Surge el concepto de naturaleza para explicar el principio conforme a “razón” de ser y operar de todas las cosas.
c. El “logos” como forma de pensar, conocer, y explicar la realidad.
d. El mito se fundamenta en lo axiológico (desde el valor que todo tiene para el grupo, se interesan por cómo están hechas las cosas para explicarlas)
e. Albores de la filosofía como quehacer metódico y del método científico como forma de acceder racionalmente a la realidad y explicarla.
f. Religión y teología de corte escolástico (escuela), se sustituye la experiencia religiosa por la “creencia”, en su sentido intelectual, conceptual e instrumental.
4. Industriales (máquina-herramienta): La ciencia suscita emociones y adhesiones similares a los de la religión.
a. La ciencia asume carácter mítico-religioso que pretende ofrecer explicaciones últimas y definitivas (ideología), el paradigma cultural dominante es el de ciencia e ideología, no es teísta ni religioso en sentido estricto (puede prescindir de esos referentes).
b. Este paradigma es asumido por la religión para tratar de darle fundamento y legitimidad a sus creencias, articula una religión de creencias con un estatuto científico que permita dialogar con la modernidad industrial y científica, apela a los marcos de la razón y al seguimiento disciplinario de una ética-política y no así a iniciar y profundizar en el camino de una mística religiosa.
5. Sociedades actuales: Tienen como paradigma cultural el conocimiento.
a. Constante cambio y renovación, no se comporta estática ni dogmáticamente, demanda creatividad y libertad total, sin dogmas de ninguna especie (menos religiosos), no existe alguien que sea superior o más importante que otro (no es céntrico).
b. En lo religioso, no es viable una religión de creencias de fijación, sumisión y estabilidad, la única religión posible es la que está en continua innovación y creación (conocimiento silencioso), la religión no es ya visión y explicación última de este mundo ni de sus historias, no es salvación ni redención, no es fuente de sentido, la religión ya no es religión (es camino de plena realización, percepción y sensibilidad, de plena acción), el conocimiento pleno es el ilimitado (no se deja encerrar en él, distingue, diferencia, acota y violenta la realidad), se supera el dualismo sagrado-profano.
c. Se da la confrontación con dos formas de religión (como “creencias”, incluso vivenciadas y experienciadas y como conocimiento silencioso).
d. La experiencia religiosa no debe pretender hegemonía (constituirse en un saber por encima de los demás, ni de proyectar mundos armónicos o ideales).
e. De ahí que el “parto” esté resultando bastante doloroso porque, como bien señala Robles, “hay que tener en cuenta que en ningún campo como en la religión, lo más formalmente religioso conspira contra la verdadera naturaleza de la experiencia religiosa”.
f. La auténtica experiencia religiosa, que encontrará sus interlocutores en la nueva sociedad, ha de ser, según esta perspectiva la del conocimiento silencioso, desinteresado y no mediacional, que recoge el espíritu de los grandes maestros y maestras religiosas.
g. Tal experiencia religiosa se caracteriza por ser fundamentalmente antidogmática, laica, no sectaria y ecuménica.
La Transmisión Religiosa: Tradición e innovación
Pablo Barrera (1999), citado por Vargas (s.f.) señala que los grupos religiosos son tradicionales por naturaleza (necesidad de aceptar que no se dan cambios).
Para mantenerse fiel a sus orígenes el grupo religioso necesita construir una ilusión de no-cambio (necesita sentirse inmutable en tanto todo a su alrededor se transforma).
Esa ilusión puede ser construida por caminos diferentes, pero es indispensable para la sobrevivencia y para la identidad del grupo religioso.
El hecho de que los grupos sean tradicionales no significa que no cambien o que sus tradiciones permanezcan intactas.
A la pregunta si la tradición significa falta de cambios, la respuesta es la transformación dinámica de la tradición y no la afirmación de una supuesta estabilidad.
Para Pablo Barrera (1999), citado por Vargas (s.f.), existen grupos religiosos cristianos que se cimientan en sus referentes directos a la tradición (catolicismo, protestantismo tradicional), otros grupos en cambio (como el pentecostalismo), toman distancia o más bien se separan de la misma y recrean un espacio propio, a partir fundamentalmente de una modalidad de transmisión religiosa por emoción más que por tradición (es importante el culto como referente de estudio y lo que significa en términos del cambio religioso en la modernidad).
No sólo porque a la base de las religiones siempre existe un culto como elemento fundante, sino porque la práctica religiosa de algunos movimientos religiosos encuentran su identidad más propiamente “institucional”, no tanto en la concepción de pertenencia a una Iglesia, como en el catolicismo, sino en la participación de la experiencia del culto.
El pastor pentecostal transforma la Biblia en símbolo y se dedica exclusivamente a la convocación de lo sagrado, recupera la mediación clerical criticada por la Reforma pero sin rigidez litúrgica.
El culto protestante se afirma sobre el principio de “sola scriptura”, la autoridad centrada en la Biblia y en la predicación; siendo la Biblia no sólo un elemento simbólico (por lo general exhibido en el púlpito), sino ante todo un texto para ser explicado o predicado.
“Los principios de la Reforma relativizaron el carácter absoluto de las instituciones religiosas y afirmaron la Biblia como referencia absoluta en la reproducción religiosa”.
También se le señala un cierto sesgo hacia un fundamentalismo de la Biblia. Sin embargo, uno de los rasgos más característicos del protestantismo latinoamericano, en sus inicios, será su carácter “conversionista”. La Biblia, queda entonces relegada para dar lugar a la predicación proselitista (Lo que lleva al sujeto a la conversión no es el texto sagrado, sino la habilidad del predicador y la eficacia del sermón evangélico).
Destaca Barrera que la tradición, que legitimaba las instituciones religiosas y por ellas era preservada, es hoy sometida a las exigencias de la eficacia del culto, y no valoriza la fidelidad a los orígenes.
De esa forma las religiones sobreviven frágiles e incapaces de controlar sus clientes, para quienes la circulación entre las iglesias se justifica por la búsqueda de servicios más adecuados a sus necesidades.
Fuente bibliográfica
Vega Sánchez, Álvaro (s.f.). Manifestaciones y tendencias actuales (Cáp. III) y Enfoques actuales sobre las transformaciones religiosas (Cáp. IV). En su Prácticas religiosas cristianas hoy. Universidad Nacional. Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión. Programa de Educación Teológica a Distancia (Convenio con la Universidad Estatal a Distancia). Heredia, Costa Rica: [s.n].